«Nosotros, los ateos, no necesitamos ningún sacerdote, ni ninguna jerarquía superior que custodie nuestra doctrina. [...] Para nosotros, ningún lugar de la tierra es o podría ser “más santo” que otro. [...] La religión dijo sus últimas palabras inteligibles, nobles o inspiradoras hace mucho tiempo; a partir de ese momento, se convirtió en un humanismo admirable pero nebuloso.»
(Christopher HITCHENS; Portsmouth, Reino Unido, 13 de abril de 1949 –
Houston, Texas, Estados Unidos, 15 de diciembre de 2011. God Is Not Great –Dios no es bueno-, 2007.)
No, no nos vale el argumento de Pascal... Por mucho que existieran, hipotéticamente, razones similares para afirmar o negar la existencia de Dios, de cualquier dios, nosotros, los ateos, no nos sentimos mejor, más seguros o más confortados por su existencia... Así que, como somos incapaces de atisbar las ventajas que para nosotros podría tener su existencia, el argumento pascaliano se vuelve, como un boomerang, y resulta que de la no necesidad se debe colegir la no existencia... Porque, además, a nadie en su sano juicio (o sea, en pleno uso de la lógica inmanente) se le ocurriría aceptar la existencia de seres nunca vistos, pero para los que tampoco hay constatación absoluta de inexistencia (cuestión que exigiría el místico conocimiento y la ardua comprobación de cada rincón del universo), como los unicornios, por una conveniencia o necesidad de tipo estético, pongamos por caso.
Nacho Fernández del Castro, 13 de Marzo de 2012
No hay comentarios:
Publicar un comentario