« Si Dios existiera, debería entregarse.»
(José Luis COLL GARCÍA; Cuenca, 23 de mayo de 1931 - Madrid, 6 de marzo de 2007. Algo para leer, 1987.)
En efecto, si alguna voluntad de cualquier tipo hubiese sido responsable de poner en marcha todo esto, habría que perseguirla y detenerla por fraude (en su plan divino), prevaricación (por imponer arteramente y con propósitos torticeros, a sabiendas, eso del libre albedrío), falsedad en documento público (o en libro sagrado, si se prefiere),... Es más, ni un sólo grupo terrorista habría sido (ni será) causante siquiera de una mínima parte del dolor y la muerte causada, directamente e indirectamente, por esa voluntad.
El “¡paren el mundo, que yo me bajo!” de Marx (Groucho), implica también, necesariamente, el deseo de que el sumo hacedor de su supuestamente planificada evolución (aunque sólo fuera mediante un diseño inteligente) pague precisamente por sus desmesuradas responsabilidades.
Este mundo “acoge” una inmensa mayoría de miserables que, aparte de ver limitada drásticamente su propia supervivencia, no tiene el más mínimo poder de decisión sobre nada (por supuesto, tampoco sobre su propia vida). Este mundo avanza por la senda que marca una diminuta minoría de poderosos que, aparte de su ostentosa riqueza, tienen el poder de decidir sobre todo (por supuesto, incluidas vidas y haciendas). Este mundo desarrolla una casta política que aquellos eligen para representar y hacer la voluntad de éstos, que subvenciona a éstos con el dinero que aún logran exprimir de aquellos.
Este mundo, realmente, no se merece un dios tan delincuente y chapucero...Nacho Fernández del Castro, 30 de Marzo de 2012
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