domingo, 4 de marzo de 2012

Pensamiento del Día, 4-3-2012

«Puede que alguien encuentre algún día lo que he escrito. Me parece probable, porque es muy humano abrir un libro titulado Diario después de la muerte de su dueño. Por ello considero probable que mis palabras lleguen a leerse. Otra cosa es si alguien les dará crédito. Casi seguro que no, pero da igual. No me interesa la credibilidad, sino la libertad, y he descubierto que escribir  puede proporcionarla
 (Stephen Edwin KING; Portland, Maine, Estados Unidos, 21 de septiembre de 1947.  
“El hombre del traje negro” en Todo es eventual: 14 relatos oscuros, 2002.)
Uno escribe, siempre y necesariamente, no para que le den crédito, sino para que un montón de “palabras sin suerte” no vayan quedando en el olvido o condenadas a significados políticamente correctos, o sea, neutros... Hoy que sólo cabe hablar de “revolución” en contextos tecnológicos o en la distancia prudente del llamado “mundo árabe”, hace más falta que nunca que, aquí y ahora, revolucionemos nuestra forma de vivir y compartir el mundo... Hoy que sólo aparece la “solidaridad” como una etiqueta que da valor añadido a cualquier producto de consumo, resulta imprescindible, aqui y ahora, una solidaridad de quienes no tienen nada frente a la competencia falaz de quienes todo lo poseen... Hoy que la “verdad” es abandonada a su suerte por un pensamiento débil incapaz de ir más allá de difusos y efímeros consensos, parece urgente devolver a lo inmediato la verdadera esencia de lo auténtico.
Uno escribe, en fin, para algo muy parecido a gritar la verdad de una revolución solidaria siempre pendiente... Y, claro, no le darán crédito. Porque las “mayorías silenciosas” son como los bancos: amigas del poder y sólo dispuestas a dar crédito a quien les garantice beneficios rápidos.
Nacho Fernández del Castro, 4 de Marzo de 2012

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