miércoles, 11 de abril de 2012

Pensamiento del Día, 11-4-2012


«Señorita, tras los muros del jardín hay unos hombres tumbados. Les entraban las hormigas por la nariz. ¡Qué risa!.»
 (Encarnación Aragoneses de Urquijo, conocida literariamente como Elena FORTÚN; 
Madrid, 17 de noviembre de 1886 - 8 de mayo de 1952. Celia y la revolución, 1987.)
Es muy curiosa, a veces, la violencia que transmite el retrato de muerte hecho desde la inocencia... Quien no comprende lo dramático de un injusto final sin retorno, de la arbitraria liquidación de una vida, puede interpretar la inmovilidad definitiva como dislocado reposo, la palidez postrera como afectado afeite, o la irrupción de parásitos oportunistas en lo que ya es materia cadavérica como un motivo de risa.
Es lo que muchos hacen, aquí y ahora, con la continua muerte de los derechos que creíamos universales... Ante esas cámaras que comienzan a llenar los espacios públicos negando el derecho de cada cual al control de su imagen (y produciendo, de paso, un muy útil miedo), ante esas normas que diluyen los derechos colectivos e individuales de quien sólo puede vivir de su fuerza de trabajo (produciendo, de paso, una muy útil sumisión), ante esos proyectos que pretenden perseguir como terrorista a cualquiera que se relacione “virtualmente” con actos violentos de cualquier naturaleza o con la mera “resistencia pasiva a la autoridad” (produciendo, de paso, un muy útil silencio), los dueños de la cosa y sus voceros van creando un clima de conformidad, cuando no de entusiasta aceptación.
Y, al ver la muerte de los derechos como un destino fatal o algo celebrable, nos convertimos en infantes incapaces de comprender la magnitud del oprobio... ¡Para nosotros, todas y todos, hacemos (o, más bien, dejamos de hacer)!.
Nacho Fernández del Castro, 11 de Abril de 2012

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