« Para un filósofo ninguna circunstancia, por insignificante que parezca, es demasiado pequeña.»
(Oliver GOLDSMITH; Kilkenny West, Irlanda, 10 de noviembre de 1730 – Londres, 4 de abril de 1774.
The Citizen of the World –El ciudadano del mundo -, 1762.)
Miramos tantas veces sin ver, oímos sin escuchar, tocamos sin sentir… Pasamos por el mundo, por las cosas sin acercarnos realmente de ellas, sin dejar que ellas se nos acerquen…
En la absurda velocidad de lo cotidiano por tener más, por hacer más, sólo se oculta la propia necesidad de continuas ocupaciones que nos alejen de las preocupaciones esenciales… Y la conveniencia de los poderosos: entretener a los más sin dejarles tiempo para pensar y resistir, para dialogar y disentir.
Por eso hoy, aquí y ahora, la lentitud, la pausa, la verdadera relajación de quien exige su tiempo para valorar y cuestionarse su propia relación con cuanto le rodea, es radicalmente revolucionaria. Sólo podremos transformar el mundo si somos capaces de considerar atentamente sus circunstancias, hasta las más insignificantes, para dialogar sobre ellas con los demás y actuar en consecuencia.
Aunque, por supuesto, esta apología de la lentitud no se pueda librar tampoco de las presiones depredadoras de un mercado que la transforma en marcas comerciales, slow food o slow life.Nacho Fernández del Castro, 7 de Abril de 2012
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