«Ante nosotros, tenemos en efecto lo nunca visto: la explosión científica
y la ruina del hombre. Tal es la nueva barbarie, que no es seguro esta vez que
pueda ser superada.»
(Michel HENRY; Haiphong,
Vietnam, 10 de enero de 1922- Albi, Francia, 3 de julio de 2002.
La barbarie, 1987.)
Sí, Ortega lo había dicho cuarenta años antes,
el ser humano contemporáneo, reducido a lo técnico, no va más allá de la “barbarie especializada”. Pero Michel
Henry nos sitúa ante varios matices interesantes... En primer lugar, al hablar
de “explosión científica” sitúa la fragmentación
del saber que permite el rápido desarrollo
del conocimiento científico concreto
ante la paradoja de su paralela pérdida de visión del conjunto de la realidad. En
segundo lugar, esa pérdida de horizonte del mundo humano se convierte en una
inevitable condena a la barbarie
porque rompe todo lazo con el problema del qué
hacer más allá del propio campo de
estudio. Y, por último, esa nueva
barbarie, al dejar el control de conocimientos sin precedentes en manos de intereses egoístas, ligados a la gran industria, nos lleva directamente a
situaciones (ecológicas, sociales, económicas, existenciales) de difícil
reversibilidad.
Tras
la proletarización de la ciencia y la
tecnología, su producción de
conocimiento queda directamente en manos de quienes, amos del mundo, persiguen el propio
beneficio constante, creciente e inmediato, y articulan un sistema político de representación (propia) que
garantice la primacía de sus intereses... Evidentemente, entre ellos no está el
propio conocimiento como contribución a la mejora de la comprensión universal
de la realidad, ni el aumento general del bienestar de los seres humanos, ni
siquiera la viabilidad futura del propio planeta...
Nacho Fernández del Castro, 29 de Abril de 2012
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