sábado, 12 de mayo de 2012

Pensamiento del Día, 12-5-2012


«XI
El amor de mi hombre
no querrá rotularme y etiquetarme,
me dará aire, espacio,
alimento para crecer y ser mejor,
como una Revolución
que hace de cada día
el comienzo de una nueva victoria.»
(Gioconda BELLI; Managua, Nicaragua, 9 de diciembre de 1948. Estrofa final de  “Reglas del juego para hombres que quieran amar a mujeres” en De la costilla de Eva, 1987.)
El viejo patriarcado se renueva... Desarrolla instrumentos de control simbólicos que, con frecuencia, resultan más asfixiantes que los físicos: estereotipa la realidad de las mujeres hasta seducir e impregnar algunas voces aparentemente feministas con esas etiquetas, legitima desde la falacia de una igualdad formal vacía la incontestable verdad de la desigualdad material más hiriente, niega espacios sustantivos para imponer rincones adjetivos, sitúa un techo de cristal para impedir el acceso de mujeres a la cúspide socioeconómica...
Pero ni siquiera ese es el gran problema, o lo es sólo para una pequeña élite de mujeres que, al menos, han alcanzado una alta cualificación. El verdadero problema está en que, con demasiada frecuencia, sus progresos en las organizaciones, aunque limitados, han de hacerse a costa de asumir los propios patrones del patriarcado y, con ello, se relega la cuestión esencial de la habitabilidad de la estructura misma y se olvida el hecho de que las mismas barreras serán situadas ante cualquier varón que se niegue a ejercer de macho dominante. En realidad, el problema sigue radicando en que las inercias del patriarcales, con refinamiento simbólico o bestialidad física, siguen forzando a la inmensa mayoría de las mujeres a arrastrarse, muy lejos de la posibilidad de imaginar siquiera techos de ningún tipo, por un suelo selectivamente pringoso, del que, muy especialmente ellas, no podrán despegar.
Sí, ya se sabe, el mundo es profundamente injusto, el ochenta por ciento de los seres humanos malvive en la pobreza mientras el veinte por ciento restante se recrea en la opulencia... Pero es que, además, la mayor parte de ese “mundo pobre” (y en proporción creciente según avanzamos hacia la mayor miseria dentro de la pobreza) está integrada por mujeres. Por eso es necesario, desde lo inmediato, hacer del amor una auténtica revolución para el triunfo de la igualdad en cada casa, en cada pueblo, en el mundo.
Nacho Fernández del Castro, 12 de Mayo de 2012

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