lunes, 21 de mayo de 2012

Pensamiento del Día, 21-5-2012


«Al hacer uso [de las posesiones materiales], el hombre debe tener cuidado de protegerse frente a la tiranía [de ellas]. Si su debilidad lo empequeñece hasta poder ajustarse al tamaño de su disfraz exterior, comienza un proceso de suicidio gradual por encogimiento del alma.»

 (Sir Rabindranath TAGORE; Jorasanko, Calcuta, Bengala Occidental, 7 de mayo de 1861 – 
Santiniketan, 7 de agosto de 1941. My Reminiscences –Mis Reminiscencias-, 1917.)
Más allá de cualquier desliz espiritualista, no deja de ser patente que cuando las cosas son consideradas más por su valor de cambio que por el valor de uso, comienzan a convertirse en nuestras tiranas... En efecto, cuando comenzamos a tener cosas no por el hecho de que nos son útiles y nos hacen la vida más grata, sino porque conforman otro yo material (aunque aparente) ligado a la configuración de esos objetos como signo de identidad, estamos ya en el meollo de la alienación contemporánea, ligada al consumismo.
Y, así, aceptamos que no somos más que lo que vestimos o lo que ocupa nuestros ocios, el coche del que presumimos o los restaurantes que frecuentamos... Es un dislate y un oprobio.
Un dislate porque a base de querer “aparecer” socialmente como refinados degustadores de determinadas cosas que nos identifican, esas cosas acaban necesariamente reduciéndonos e ellas mismas.
Un oprobio porque, entretenidos en buscar nuestra propia identidad de consumo lo más selecta posible, olvidamos que la inmensa mayoría de las personas sólo podrán consumir lo que sus limitados recursos les dejan... Y no, no estoy hablando sólo de esas lejanas “gentes del Sur”, de los países económicamente subdesarrollados y desarrollantes en los que la propia vida es una crisis que sólo acaba con la muerte (siempre prematura), sino también de tantos seres humanos, la mayoría, que nos cruzamos cada día en las calles ufanas de nuestro Norte, de nuestros países económicamente desarrollados y subdesarrollantes en los que la crisis sólo parece un mal fario del que casi todo el mundo aspira a librarse para entregarse, de nuevo alegremente, a su propia identidad de consumo.
¡Paradojas (bien planificadas desde el poder económico) de la vida!.
Nacho Fernández del Castro, 21 de Mayo de 2012

No hay comentarios:

Publicar un comentario