«...Allá arriba me han dejado
que casi no puedo con mi alma y la fuerza que me queda me basta a duras penas
para defenderme de las hormigas y si logro tirar adelante, créeme, la vida es
agria, allá arriba.
Si al menos hubiese encontrado
gente como tú. Pero la gente como tú me la esconden, no la dejan dormir
bastante, la tienen a distancia, separada, la hacen venir cada mañana temprano
con el tren y he tenido apenas tiempo de entreverlos, sin entender nada, sin
siquiera poderles decir una palabra.»
(Luciano
BIANCIARDI; Grosseto, Italia, 14 de diciembre de 1922 –
Milán, 14 de noviembre de 1971.
La vita agra –La vida
agria-, 1962.)
No nos dejan siquiera dialogar sobre lo que pasa... La gente dispuesta a repensar el mundo, a otear algún horizonte colectivo posible,
a luchar por un mañana sin exclusiones,
le parece peligrosa a los nuevos y viejos
poderes. Por eso tratan de esconderla, arrinconándola en el tótum revolútum de la red... Por eso
intentan separarla individualizándola y estigmatizándola, demonizándola y
persiguiéndola... Por eso tratan de evitar que piense, haciéndola madrugar y
dormir poco, distrayéndola con itinerancias
inútiles y ofertas de ocio alienante.
Y,
sin embargo, ¡cuánto necesitamos esa gente!... ¡Qué preciso nos es ir más allá
de las intuiciones y sospechas para adentrarnos en la presencia de la palabra compartida con voluntad de encuentro para cambiar las cosas!. ¡Que necesario nos
es otro mundo donde, cada día, cada
cual pueda vivir sintiéndose aceptablemente cómodo!.
Nacho Fernández del Castro, 3 de Mayo de 2012
Y cada vez mas y mas las necesitamos.
ResponderEliminarPues, entre todas y todos, ¡a ello!...
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