«-Pronto ya no habrá tiempo para la felicidad.
-¿Cuándo lo hubo, tú?.»
(Carlos FUENTES MACÍAS; Panamá, 11 de
noviembre de 1928 - México, D. F., 15 de mayo de 2012.
Cristóbal
Nonato, 1987.)
Vamos hacia un tiempo sin felicidad... Al menos, sin felicidad pública, porque la privada es una sensación y sobre las sensaciones pocas aseveraciones categóricas
caben, dada su concreción personal e intransferible.
Y
podríamos, deberíamos, preguntarnos “¿cuándo
hubo realmente una felicidad pública?”... La respuesta sólo puede ser “¡nunca!” porque, mientras haya gente en
el mundo, en este Estado, en mi barrio que está excluida de cualquier atisbo de derecho a la salud o la educación,
que se ve forzada a malvivir a la
intemperie, que pasa hambre, la
felicidad pública es imposible... Hemos vivido mejores tiempos para las libertades públicas, para la participación democrática o para las luchas por la justicia y la igualdad, pero ¿felicidad pública?...
¡Ni por asomo!.
Aunque
ahora que la injusticia pública
florece por doquier para salvar banqueros
mientras se sigue “fomentando” el paro o para demonizar, golpear y encarcelar a quien no se muestre suficientemente
sumiso, paradójicamente, la necesidad de recuperar lazos solidarios entre el común de los mortales, “globalmente
oprimidos”, acaso acabe por aumentar su felicidad
colectiva (que no ya pública).
Una
cosa es cierta: la muerte de Carlos Fuentes, la imposibilidad de que siga aportándonos
nuevos escritos, disminuirá la felicidad
particular y colectiva de muchos de nosotros y hará este mundo un poco más
sombrío... Aunque sigamos disponiendo de su obra.
Nacho Fernández del Castro, 16 de Mayo de 2012
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