«¿Cómo
se podía pasar media vida junto a un compañero, un amigo íntimo sin percatarse
de su naturaleza, o al menos de su naturaleza posible?. (Pero
acaso en todos cualquier naturaleza es posible). ¿Cómo puedo no conocer hoy tu
rostro mañana, el que ya está o se fragua bajo la cara que enseñas o bajo la
careta que llevas, y que me mostrarás tan sólo cuando no lo espere?.»
(Javier MARÍAS
FRANCO; Madrid, 20 de septiembre de 1951.Tu rostro
mañana I: Fiebre y lanza, 2002.)
La vida da muchas vueltas... Lo dice el dicho popular y es bien cierto. Todos
(casi todos, al menos) somos bastante fiables en las rutinas, cuando lo cotidiano tiende a perpetuarse y
reiterarse como una salmodia tan tediosa como amable, tan predecible como cómoda.
Pero,
¿qué pasa cuando todo se llena de sorpresas,
cuando las seguridades confortables de nuestros hábitos se quiebran en mil pedazos, cuando los acontecimientos nos
empujan hacia situaciones límite?...
Supongo
que todos (o casi todos, al menos) vivimos con la secreta confianza de que nuestras amistades, nuestras personas más queridas, serán fiables, tal y
como hoy los conocemos y queremos, incluso entonces... Pero, en realidad,
¿podemos garantizar siquiera que lo seamos nosotros?.
¿Podemos
asegurar que nuestro rostro vaya a seguir siendo el mismo mañana?.
Nacho Fernández del Castro, 28 de Mayo de 2012
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