«Por lo que respecta a la educación de los hijos, creo que no
hay que enseñarles las pequeñas virtudes, sino las grandes. No el ahorro, sino
la generosidad y la indiferencia hacia el dinero; no la prudencia, sino el
coraje y el desprecio por el peligro; no la astucia, sino la franqueza y el
amor por la verdad; no la diplomacia, sino el amor al prójimo y la abnegación;
no el deseo de éxito, sino el deseo de ser y de saber.
Sin embargo, casi siempre
hacemos lo contrario. Nos apresuramos a enseñarles el respeto a las pequeñas
virtudes, fundando en ellas todo nuestro sistema educativo.»
(Natalia Levi, conocida
como Natalia GINZBURG; Palermo, Italia, 14 de julio de 1916 -
Roma, 7 de
octubre de 1991. Inicio del
último ensayo, que da título al libro
Le piccole virtú
-Las pequeñas virtudes-, 1962.)
Un
mundo, una sociedad, una ciudad donde lo que seamos o sepamos puede
convertirse en un obstáculo si pretendemos triunfar
en algo... Porque seguramente la dimensión
moral y política inherente a ese ser
y saber nos obligaría mil veces a
abandonar el camino hacia el “triunfo”.
Nacho Fernández del Castro, 5 de Mayo de 2012
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