«-Hay un momento —continuó el padre Eugenio— en el que el
hombre tiene que elegir entre la verdad y la mentira. Lo cómodo, lo tranquilo,
es siempre la mentira, porque la verdad es sólo una y las mentiras son muchas y
puede escogerse la que más acomode.»
(Gonzalo
TORRENTE BALLESTER; Serantes, Ferrol, 13 de junio de 1910 –
Salamanca, 27 de enero de 1999. Los gozos y las sombras III: La Pascua triste, 1962.)
La modernidad
nace y crece desde los conceptos de duda
y certeza... en realidad, es, básicamente,
la confianza ilimitada en la capacidad y voluntad humanas de desarrollar su conocimiento para buscar y encontrar verdades.
De
todos modos, las “verdades” encontradas por la razón ilustrada (aparte de diversas y frecuentemente en conflicto) pronto
comenzaron a resultar sospechosas por
una ufana y altanera pretensión unitaria
y mololítica que siempre parecía legitimar
algún desafuero, “naturalizar” alguna
diferencia. apuntalar alguna exclusión...
Y sobre esa sospecha fueron desarrollándose
perspectivas de verdades posibles, más
modestas y plurales, en un camino que consistía más en dilucidar lo que es indudablemente falso, mentira, que en sostener la esperanza de alcanzar verdades últimas e indubitables.
La
radical crítica postmoderna de los excesos dogmáticos de la razón ilustrada,
planteada en último extremo (como lo sintetiza Comte) como una alternativa a
las religiones tradicionales en un credo positivista, tiene el valor de vacunarnos contra toda pretensión de verdad única...
Pero, acaso, nos deja inermes ante las mentiras
convenientes sostenidas por quienes
tienen el poder y la fuerza.
Nacho Fernández del Castro, 27 de Mayo de 2012
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