viernes, 4 de mayo de 2012

Pensamiento del Día, 4-5-2012


«...Es inútil engañarse. Pasa un día y otro y una semana y otra y un año y todos los días son iguales y nunca cambia nada. Hoy un cóctel, mañana una cita, el domingo la playa, y vas distrayéndote, pero todos los días son iguales. Comer, cenar, dormir, comer, cenar, dormir. Y cuando te das cuenta y quieres hacer algo, ya es demasiado tarde. Por eso es mejor no darse cuenta; porque entonces ya es tarde...»
 (Luis GOYTISOLO GAY; Barcelona, 17 de marzo de 1935. Comentario de Julia a Antonio en  
Las mismas palabras, 1962.)
Parece que a todo se acostumbra uno... Al paro, a la precariedad laboral, a la crisis. a la recesión, a la pérdida de derechos... A que quienes mandan nos comiencen a señalar como improductivos porque tomamos un cafelito o leemos el periódico en los descansos regulados dentro de nuestra jornada, se irriten ante nuestra desvergüenza por no aceptar una oferta de trabajo (precario) en Laponia, o se dediquen a afearnos la prolongación de nuestra vida biológica cuando ya ha finalizado nuestra vida laboral...
Sí, a todo se acostumbra uno... Acaso porque, si no nos acostumbrásemos, deberíamos tratar de reaccionar, hacer algo para cambiar realmente las cosas, aún cuando pudiéramos intuir que ya era demasiado tarde. Si intentamos hacer saltar las vanas distracciones que marcan las rutinas de la vida de cada cual, la inercia sumisa resultaría ya imposible. Sin el ocio alienante y la pandemia de ombligüismo, no cabría ya el autoengaño de pensar que, después de todo, no es para tanto y el mundo no está tan mal. Cuando lo necesario se antepone a las consideraciones sobre lo prematuro o tardío de la acción, ésta se torna inevitable. Pero, ¿hasta cuándo preferiremos seguir, sintiendo el dolor propio y viendo el ajeno, como si no nos diésemos cuenta de nada?.
Nacho Fernández del Castro, 4 de Mayo de 2012

No hay comentarios:

Publicar un comentario