martes, 12 de junio de 2012

Pensamiento del Día, 12-6-2012


«Eran revistas ricas en publicidad, con magníficas fotografías, en general, y con artículos que les evitaban a los jóvenes o juveniles, modernos y dinámicos lectores la en-general-aburrida-y-mala-para-la-salud-y-el-saludable-aspecto información nacional e internacional, así como los pedantes y desagradables comentarios sobre la actualidad escritos casi siempre por intelectuales-que-se-creen-muy-listos-y-quizá-lo-son-pero-son-insoportables; a cambio, estas revistas tenían agradables artículos de divulgación científica y cultural escritos en estilo sencillo y fácilmente legible para el hombre y la mujer medios de la clase media, artículos que trataban una serie de temas fascinantes y candentes, como, por ejemplo: fantasías y sueños eróticos; el triángulo de las Bermudas; ¿curar o superar el cáncer?; el control del clima; los difíciles adolescentes; cómo vivir como un millonario sin serlo; el mejor hijo es un perro bien entrenado; la jardinería como fuente de juventud
 (Jesús LÓPEZ PACHECO; Madrid, España, 13 de julio de 1930 - London, Ontario, Canadá, 6 de abril de 1997. Fragmento de la primera novela en la obra póstuma El homóvil o la desorbitación
Libro de maquinerías; Polinovela multinacional, 2002.)
Qué gran servicio prestan tantas beneméritas publicaciones llenas de la publicidad más conveniente para guiar los deseos de la ciudadanía media, rebosantes de hermosas fotografías a todo color para ilustrar los sueños del buen urbanita, colmadas de artículos que hacen de la divulgación un arte de la nada para consumo y regocijo de mayorías mansas y silentes... Los temas más sutilmente inútiles, los consejos más diestros para una feliz alienación, las mejores guías para enseñar a mirar para otro lado toman cuerpo en sus páginas excluyendo el incordio de las noticias sobre la descastada prima de riesgo, los onerosos rescates financieros que parecen préstamos graciosos y heroicamente logrados en boca de la casta política en turno de gobierno, las algaradas mineras incomunicantes, los designios todopoderosos de las señoras Merkel y Lagarde, o la permanencia insoportable de la “guerra del coltán” en la República Democrática del Congo; excluyendo también las opiniones sobre todo ello de columnistas que van de intelectuales y, aunque bien pagados e integrados en el sistema, siempre cuelan, en su afán egolátrico de epatar, algún matiz que, en uno u otro sentido, se sale de lo políticamente correcto y resulta molesto o desagradable.
Lo dicho, ¡qué gran servicio prestan esas publicaciones!... Pero, ¿a quíén?.
Supongo que todo el mundo se lo imagina... ¡Y todavía hablan del fútbol como “opio del pueblo”!.
Nacho Fernández del Castro, 12 de Junio de 2012

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