sábado, 2 de junio de 2012

Pensamiento del Día, 2-5-2012


«Pero tú no te has ido todavía, Marga. Al menos mientras yo resista este duelo con la vida. Pues la muerte no es el morir sino el ser olvidado, y yo te recordaré siempre. Aprendí a moverme en el mundo de lo invisible para poder capturar los fantasmas que tanta compañía me hacían de pequeña. […] Allí te presentí por primera vez, acurrucada en un rincón del alma, etérea y olvidada. […] Más tarde, reconocí tu nombre, Marga, y surgiste de lo oscuro para acompañarme en mi dolor. Te liberé de la herrumbre del cerrojo para descubrir tu enigma, y dar forma a tu memoria. En la vida, fuiste tu víctima y verdugo, mártir de tu corazón y suicida de tu amor. En la muerte eres ensueño, arte, magia e inspiración.»
 
 (Marga CLARK; Madrid, 1944. Amarga luz, 2002.)
Esperemos que nunca tengamos que hablar de la escuela pública (de la sanidad pública, de los servicios públicos en general) desde el ensueño de su muerte, aunque ésta pudiese tornarse en arte y magia.... Por mucho que demoscópicos ministros lo deseen y hagan cuanto esté en su mano para ello, por mucho que se atrevan a declarar que “la escuela pública ha dejado de servir a la sociedad”.
Cada cual siente la escuela, para bien y para mal, como “su escuela”... Un mundo casi invisible poblado por fantasmas (los mejores y los peores) que acompañaron nuestra infancia y nuestra juventud. Un alma mater que contribuyó decisivamente a configurar nuestros primeros presentimientos de un mundo que comenzaba a abrirse más allá de nuestros rincones personales.
La escuela, lo sabemos, es tan víctima (de torticeros usos instrumentales, de inhóspitas ritualizaciones) como verdugo (de anhelos y expectativas, de ilusiones y esperanzas)... Pero, ¿quién no ha encontrado en “su escuela” verdaderos latidos del corazón, voluntades de enseñar como atisbos de amor suicida?.
Y es por eso que la escuela, la escuela de cada cual, la escuela de y para todos, no se olvida... Así que, como todo lo que no se olvida, no puede morir, por mucho que se empeñen los paladines de la privatización de lo público que funciona, para socializar lo privado que arroja pérdidas.
Hoy, con nuestros pies cansados y nuestras articulaciones herrumbrosas, hemos dado miles de pasos, en duelo con la vida que tanto la amenaza,  para defenderla... Y renovar su viejo afán emancipador.
Nacho Fernández del Castro, 2 de Junio de 2012

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