«—Quizá tenga razón. En general, la gente joven
suele tenerla, porque no es el individuo sino
la juventud la que la tiene. ¡Ah, la razón vital!. ¿Qué es la otra a su lado?. Sin
embargo, cuando yo tenía su edad, éramos unos románticos y a lo mejor aún lo
somos sin darnos cuenta.»
(Gonzalo TORRENTE BALLESTER; Serantes, Ferrol, 13 de junio de 1910 – Salamanca, 27 de enero de 1999. El profesor Sharp en “El primer relato de Ivonne” del libro Yo no soy yo, evidentemente, 1987.)
Difícil asunto el de la razón intergeneracional... Ya lo decía Saramago desde La
caverna: "ni la juventud
sabe lo que puede, ni la vejez puede lo que sabe"... Así que
frecuentemente la razón vital, con su
fuerza volcada sobre lo inmediato, no
encuentra acomodo en la razón pausada
de quienes, con más tiempo vivido que
por-venir, sólo atienden ya a las esencias de lo universal.
En
cualquier caso, aquí y ahora, en el tiempo de juventud eterna convertida en espectáculo
y mercancía para gozar el instante,
negar el futuro y exigir los logros inmediatos, está claro
que que la razón senil se verá
siempre arrollada por la razón impetuosa.
Y
ya ni el romanticismo puede servir de
punto de encuentro, pues, excluido ya de los valores hegemónicos, es, en sí mismo, un principio de esa nostalgia condenada a los lugares de refugio o encierro.
Nacho Fernández del Castro, 17 de Junio de 2012
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