«...Los dos alargamos nuestros brazos derechos en un intento
desesperado por conectar ambas manos, chocan las palmas, los dedos se engarfian
ciñendo uno la muñeca del otro, con todas nuestras fuerzas, en su vida habrá
apretado él tanto, yo me vacío en el amarre, el tirón es brutal....la mar abajo
es una promesa de congelación inmediata.»
(Raúl GUERRA
GARRIDO; Madrid, España, 4 de abril de 1935. La mar es mala mujer, 1987.)
Unos,
esa inmensa mayoría acostumbrada a malmorir
en el límite del hambre y la miseria, porque su precariedad vital es habitualmente tanta que, probablemente, no se
habrá visto demasiado visiblemente acrecentada... Otros, esa inmensa minoría
que siempre sabe ver la oportunidad para sacar beneficio personal de cualquier desgracia
ajena, por global que esta sea, porque
los intermediarios (financieros, políticos, mediáticos) están bien dispuestos a
servirles, como siempre, y facilitarles el negocio.
Y,
¿los del medio?... En el medio están tantas personas a las que la precarización laboral y el desempleo amenaza
con la exclusión social... Son esa
gente que necesita, más que nunca, una mano que, en lo cercano, haga un intento
desesperado por mantener su conexión con la nave de una sociedad a la deriva... Son quienes dependen que que alguien se vacíe
en un frágil amarre, en un tirón brutal para mantenerse colgando de la quilla de
un mundo cada día más inhóspito, más lúgubre... Son quienes, en fin, viven
cotidianamente la amenaza del inmenso mar de la exclusión en el que sumergirse implica la congelación, el aniquilamiento personal.
Como
esas víctimas de desahucios cuyas
manos solidarias y amigas son violentadas por las porras y las togas... ¡Es un
verdadero oprobio que, además, lo hagan bajo la acusación de “obstrucción a la
justicia”!. Porque, como bien sabía Platón, la Justicia
es otra cosa que nada tiene que ver con las leyes
que facilitan esas sentencias de desahucio
o con la desmedida fuerza empleada por unos “servidores del orden” contra quienes sólo reclaman el derecho a vivir con una mínima dignidad... O con los llamados “Tribunales de
Justicia”, cuyas actuaciones, con frecuencia, están más cerca de lo exánime que de lo ecuánime. Que, por lo menos, hablen de “resistencia a la
autoridad” porque, en efecto, quienes
solidariamente
se resistían lo hacían frente a la “autoridad” que ordenaba la ejecución y
contra el “monopolio de la violencia” en virtud del cual se imponía por la
fuerza... Orden y violencia que en casi nada difieren de la de los viejos señores, de la de los eternos amos.
Nacho Fernández del Castro, 27 de Junio de 2012
No hay comentarios:
Publicar un comentario