viernes, 29 de junio de 2012

Pensamiento del Día, 29-6-2012


«No le dije la verdad y aún no sé por qué. Nos sucede a menudo que, sin darnos cuenta, preferimos una mentira complicada a una verdad sencilla. Me parece recordar que me referí a un cliente excéntrico que “por motivos que no son del caso y que alargarían demasiado la conversación”, si sabía para qué servían las estrellas me ayudaría muchísimo a arrancarle un contrato. Era una explicación desesperada, no se sostenía en modo alguno, pero afortunadamente mi amigo no reparó en ello; estaba concentrándose para obsequiarme con una lección magistral.»
 
 (Pere CALDERS I ROSSINYOL; Barcelona, 29 de septiembre de 1912 - 21 de julio de 1994.  
Fragmento de “Pedagogía aplicada” en Todo se aprovecha, 1987.)
Tratamos a veces las cosas más cotidianas desde el complicado requiebro que intenta eludir la verdad palmaria... Una pregunta infantil, tan inocente como inquietante, puede desarmarnos hasta llevarnos, sin saber muy bien por qué, a inventar complicados negocios para buscar respuestas aproximadas en en el saber de amistades más o menos expertas en la materia.
La vida, en fin, está repleta de estas alambicadas, inútiles e inexplicables mentiras... Para justificar nuestro retraso en una cita preferimos inventar rocambolescos y azarosos episodios en vez de reconocer que simplemente nos distrajimos leyendo cualquier tontería o nos dormimos ante el televisor... Buscamos perdón para nuestros olvidos a través de fingidas tareas urgentes e incompatibles, en vez de reconocerlos como lapsus sin más... Esperamos que nos crean cuando acumulamos urgencias sin límite y necesidades perentorias a la petición del favor más insignificante...
El caso es complicar un poco las fuentes que legitimen nuestros deseos, que expliquen nuestros actos fallidos, que hagan razonables nuestras desidias... ¿Por qué?, ¿para qué?.
Acaso, tan sólo, para sentirnos bien con nosotros mismos... Pero, ¿estamos dispuestos a aceptar nuestros propios y vanos engaños?.
Desde luego, si así es, estaremos haciendo un pésimo ejercicio de pedagogía social aplicada...
Nacho Fernández del Castro, 29 de Junio de 2012

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