«Esta vida cultural recibe, pues, su unidad a través de una curiosa instancia: el público, de entidad amorfa, incorpórea, inconsistente y un tanto fantasmagórica, que es al mismo tiempo juez y mercado para el intelectual...»
(Francisco
AYALA GARCÍA-DUARTE; Granada, 16 de marzo de 1906 - Madrid, 3 de
noviembre de 2009. Razón del mundo: Un examen de conciencia intelectual, 1962.)
¿Qué
pasa ahora?... Como ocurre en el mundo
político, son “los propios mercados” los que dictan las normas y los que
determinán qué cultura debe hacerse, para qué y para quién... Bajo la dictadura
de las grandes empresas culturales
(verdaderas “transnacionales del espectáculo”)
se seleccionan públicos destinatarios
para fabricarles productos culturales
“adecuados”. Y estas industrias de la
cultura-espectáculo seleccionan intelectuales
dispuestos a servir a sus intereses
(ideológicos y económicos), los manipulan y transforman para ajustarlos a
los mismos, los inventan y fabrican cuando es preciso... Todo para delimitar,
ahora con mucha mayor precisión, con lógica
menos difusa, con intencionalidad
nada confusa, sus audiencias. O
sea, el público cautivo de un imaginario social industrialmente
consolidado.
Nacho Fernández del Castro, 21 de Junio de 2012
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