sábado, 13 de octubre de 2012

Pensamiento del Día, 13-10-2012



«...Y al final toparse con la primera página vacía, una dedicatoria ausente. Estar seguro de que le gritarán “¡hijo de puta!” en la calle, en su casa, en su cerebro.»
 (Edgar LONDON, La Habana, Cuba, 1 de octubre de 1975. (Pen)últimas palabras, 2002.)
Con frecuencia la vida es como una página vacía donde alguien debiera haber insertado una dedicatoria oportuna, incluso prendida en algún guiño personal e intransferible... Y sentimos, entonces, que nada tiene sentido, que el mundo, la ciudad, las calles, nuestra propia casa y hasta nuestro cerebro nos desprecian y nos tienen por insignificantes, casi nada.
Y, efectivamente, desde un punto de vista global, cósmico, inevitablemente lo somos: partículas irrelevantes en una masa ingente.
Por eso es importante recuperar las relaciones personales y los grupos de afinidad de adscripción voluntaria, los micro y mesocontextos sociales, para ubicarnos más allá (o más acá) de esos macrocontextos en los que una prima de riesgo o la mano negra de los mercados ahogan y borran el sufrimiento o el gozo de las personas concretas.
Para lo macro siempre somos unidades prescindibles e intercambiables (lagunas, sospecho, incluso más prescindibles que intercambiables)... Sólo en lo micro (y en lo meso) recobramos nuestra entidad irrepetible e insustituible.
Realmente, siempre es mejor, más cálido, que nos insulten (o nos ensalcen) por lo que somos, que se limiten a remitirnos a los códigos desde los que se valora nuestro potencial hacer.
Nos gusta que nos digan que “somos enrollados” y nos disgusta que nos califiquen de “varas” o “muermos”, nos place que nos hagan figurar en una dedicatoria y nos displace que nos incluyan en una diatriba... Pero, la verdad, que nos concediesen la ISO mil-no-sé-cuántos como indicativo de calidad (¿de diseño?, ¿de funcionamiento?, ¿de wertiana españolidad?, ¿humana?) a buen seguro nos resultaría indiferente.
Nacho Fernández del Castro, 13 de Octubre de 2012

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