«Comenzaba otro otoño y algunas de aquellas mañanas olían ya
a frío. Luciana renunciaba a correr, paseábamos, nos sentábamos en un banco,
consentía en que abandonase una de mis manos sobre su vientre. Si recordábamos
los malos tiempos (pasados), yo comprendía que para algunos la libertad, cuando
llega (y nos trae exactamente lo que siempre habíamos esperado), llega siempre
retrasada. Como decía Luciana, disimulando su caminar torpón apoyada en mi
brazo:
—No parece, cariño, que a ti y a mí la democracia nos vaya a
servir para mucho.»
(Juan GARCÍA
HORTELANO; Madrid, 14 de febrero de 1928 – 3 de abril de 1992. Final del cuento
“Un crimen” en Mucho cuento, 1987.)
Y
es que, bajo la humillación y la ofensa permanentes (por arte de quienes,
por ejemplo, insultan su más mínimo gesto
de insumisión deslegitimándolo), apenas tienen ánimo y tiempo para
adaptarse a sus propias expectativas cuando llega la ocasión... Así que, ante
cualquier mínima y efímera brisa de libertad,
incluso podrían volver el rostro y torcer el gesto (es lo que tiene la falta de
costumbre).
Por
eso saben (o intuyen, al menos), sabemos (o intuimos, al menos), que eso que
llaman democracia no parece que vaya
a servirles (servirnos) demasiado.
Al
fin y al cabo, no es más que un obsceno y más bien tedioso teatro de sombras manejado por quienes nunca darán la cara.
Nacho Fernández del Castro, 15 de Octubre de 2012
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