lunes, 1 de octubre de 2012

Pensamiento del Día, 1-10-2012



«Cuando nada sucede,
y el verano se ha ido,
y las hojas comienzan a caer de los árboles,
y el frío oxida el borde de los ríos
y hace más lento el curso de las aguas;
cuando el cielo parece un mar violento,
y los pájaros cambian de paisaje,
y las palabras se oyen cada vez más lejanas,
como susurros que dispersa el viento;
entonces,
ya se sabe,
es lo que pasa:
esas hojas, los pájaros, las nubes,
las palabras dispersas y los ríos,
nos llenan de inquietud súbitamente
y de desesperanza.
No busquéis el motivo en vuestros corazones.
Tan sólo es lo que dije:
lo que pasa.»
(Ángel GONZÁLEZ MUÑIZ; Oviedo, Asturias, 6 de septiembre de 1925 – Madrid, 12 de enero de 2008.  
“A veces, en Octubre, es lo que pasa” en  Muestra, corregida y aumentada, de algunos procedimientos narrativos y de las actitudes sentimentales que habitualmente comportan, 1976.)
A lo mejor no es la crisis-estafa... A lo mejor no son los presupuestos de un gobierno que, sediento de recortes y ajustes,  ufanamente dispuesto a “reestructurar el país” para que lo público tienda a la nada, se olvida de que para salir de ésta habrá que crecer un poco y para eso alguien tendrá que consumir... A lo mejor no es que, lejos de pensar en consumir algo, lo único que nos es dado hacer es consumirnos... A lo mejor no es el constante insulto, la demonización y criminalización de nuestros débiles amagos de resistencia o disidencia... A lo mejor no es el miedo simbólico bajo el que vivimos y al que tan entusiastamente sirven las porras y las togas... A lo mejor no es el silencio cómplice ante las voces mercenarias que pueblan los medios de sumisión (¡uy!, perdón, se me escapó, quería decir de comunicación) social tratando de convencernos de que esto es una auténtica democracia y de que las posaderas que ocupan los escaños del Parlamento son nuestras legítimas representantes...
A lo mejor, insisto, tiene razón la retranca de Agustín González y todo se debe a la huída del verano (el muy cobarde), la caída de las hojas (las muy pesadas), el óxido provocado por el frío (el muy canalla), el retardo del curso de los ríos (los muy premiosos), el éxodo de los pájaros hacia otros lares (los muy casquivanos), las marejadas celestiales de las nubes (las muy arrebatadas), la levedad y dispersión de las palabras en el viento (las muy confusas). Así, que, a lo mejor, esa inquietud y esa desesperanza que, aquí y ahora nos aplastan, se debe tan sólo a todo eso; o sea, a que nada sucede... A que, a veces, en Octubre, es lo que pasa.
A lo mejor... Pero no creo.
Nacho Fernández del Castro, 1 de Octubre de 2012

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