viernes, 5 de octubre de 2012

Pensamiento del Día, 5-10-2012



«No podemos compartir el concepto de libertad de enseñanza pues la defensa de la libertad de enseñanza es la defensa de la enseñanza privada. Nosotros queremos la libertad en la enseñanza o libertad de cátedra, con ausencia de todo dirigismo ideológico por parte de los poderes públicos y eso se da en la escuela pública cuyo propietario está legalmente privado de toda capacidad para imponer un dirigismo ideológico y donde el estatus funcionarial de los profesores hace posible la libertad del docente.»
 (Luis GÓMEZ LLORENTE; Segovia, 29 de enero de 1939 – Madrid, 5 de octubre de 2012. Educación pública, 2001.)
Con obsesiva frecuencia, la libertad de enseñanza es utilizada, desde perspectivas burguesas, como  un ariete contra la educación universal y obligatoria; es decir, como un alegato a favor de un postmoderno todo vale en educación... De un aparentemente liberal “cada cual que se eduque cómo, cuando y con quien quiera” que, en realidad, se traduce en una condena a la ignorancia para la inmensa mayoría de las familias e infantes socialmente excluidas de cualquier posibilidad de elección significativa al respecto.
Mucho de esto, paradójicamente, subyace en mensajes que, partiendo con las mejores intenciones de una pertinente crítica a la frustrante burocratización de los sistemas educativos nacionales, acaban por tornarse en proclama buenista de modelos de aprendizaje particularistas y, por ello, excluyentes (véanse, por ejemplo, las falacias emocionales con las que se realiza esa apuesta en el proyecto documental La educación prohibida, 2012, de Germán Doín Campos).
Y por eso, hoy, cuando se acaba de callar una de las voces que con mayor fuerza, claridad y coherencia ha enarbolado en el último medio siglo la bandera de la escuela pública, universal, democratica y laica en España, conviene recordar sus palabras, que vienen de lejos (desde aquella Alternativa Democrática de Enseñanza de los setenta, y llegan aún vigorosas hasta nuestros días... La libertad debe manifestarse en el ámbito educativo como ausencia de dirigismo ideológico por parte de los “propietarios” de las instituciones escolares, para que el profesorado pueda ejercer su función docente desde las opciones metodológicas y didácticas idóneas para que la escuela resulte más emancipadora que normalizadora... Algo que, evidentemente, sólo se puede garantizar en la red pública (o sea, cuando el “propietario de la escuela” es el propio Estado), el mismo capaz de articular una verdadera igualdad de oportunidades con carácter universal.
 Ideas, en definitiva, cuyo sentido y recuerdo acaso resulte especialmente urgente y necesario para sus propios (aunque desafectos) correligionarios socialistas, padres de un proceso de ritualización metodológica y didáctica realmente irrespirable para todos los agentes educativos.
Nacho Fernández del Castro, 5 de Octubre de 2012

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