sábado, 27 de octubre de 2012

Pensamiento del Día, 27-10--2012



«Muchas mujeres que pertenecieron a las clases privilegiadas de la Nueva España se involucraron en la insurgencia y acogieron en su casa a los desafectos del régimen, propiciando la celebración de tertulias y otras reuniones en las que se conspiraba. Incluso, muchas de ellas no dudaron en comprometer su seguridad personal, su fortuna y hasta la vida para comprometerse con la causa de la Libertad.»
(Celia Del PALACIO; Ciudad de México, México, 1960. Inicio del “Capítulo 1: Las mujeres de la élite” en Adictas a la insurgencia, 2007.)
Cuando el aliento insurgente frente a la opresión, frente a la pantomima pseudemocrática, frente el teatro de títeres que “elegimos” para que otros manejen sus hilos desde la sombra, frente a la devastación de lo público, de nada sirve su ímpetu sin un fino y callado trabajo de confección de redes que faciliten al propio ser de la disidencia las condiciones objetivas para su más eficaz y oportuno devenir resistente... Y, curiosamente, ese papel que han jugado de modo muy destacado las mujeres, incluyendo a las mujeres de “buena cuna”, casi nunca ha sido reconocido en la Historia, cegado por el relumbrón de los disidentes y resistentes, masculinos, de primera línea.
Pero, además, es un papel, en sí mismo, paradójico, por cuanto se debe, ante todo y sobre todo, a la distribución sexual del trabajo que “especializa” la mujer en las tareas de reproducción y cuidado ligadas a valores como la ternura o la solidaridad, mientras el hombre se dedica a tareas de producción y creación vinculadas a valores como la fuerza o la competitividad... Ellas, en consecuencia, actuarán en el discreto silencio del segundo plano, de lo oculto. Ellos, por el contrario, buscarán la sonora visibilidad del primer plano, de lo ostensible.
Cierto es que, como diría Dolores Juliano, ese segundo plano más oculto permite el desarrollo del juego de las astucias... Pero, desde la causa de la Libertad y de la Igualdad, ¿pueden justificarse las “etiquetas automatizadas” que derivan a las mujeres hacia roles donde es imprescindible la astucia discreta, mientras se sitúa a los varones en los que exigen fortaleza inteligente?.
La rebeldía frente al oprobio necesita, por supuesto, de mujeres y hombre... Pero, además, necesita de ambos en vanguardia y retaguardia.
Nacho Fernández del Castro, 27 de Octubre de 2012

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