«...Ya se trate de un emperador, de un rey o del
más humilde campesino, aceptamos todos los encargos con tal de que (y esto es
fundamental), con tal de que juzguemos
la ejecución justificada desde el punto de vista social. Una vez que
hemos aceptado el pago (...) y una vez
que hemos decidido que el asesinato en cuestión es justo, éste tiene
lugar inexorablemente.»
(Jack LONDON,
probablemente nacido como John Griffith Chaney; San Francisco, California,
Estados Unidos, 12 de enero de 1876 – Glen Ellen, 22 de noviembre de 1916. The Assassination Bureau, Ltd
–Asesinatos S.L.-, novela
inconclusa, acabada por Robert L. Fish
para su publicación en 1963 -1980,
por ejemplo, para la edición en
castellano-.)

Más
allá de contemplar el asesinato como una
de las bellas artes, al estilo de Thomas de Quincey, London lo eleva a la
categoría de justa reparación social...
Y, más allá de las propias peripecias de la historia, parte de la consideración
de determinadas muertes como “socialmente convenientes (y hasta necesarias)”.
Pero,
claro, London era un socialista visceral,
a partir de sus experiencias de juventud (por muy de boquilla que fuese; por
mucho que buscase movilizar las milicias,
como comentaba irónicamente Mark Twain, en
favor de sus derechos de autor), que solía despedirse en sus cartas con un "Yours
for the Revolution”; y
quienes ahora parecen tentados por una idea semejante son esos neoliberales
que, desde el ejecutivo nipón o los informes del Fondo Monetario
Internacional, consideran la longevidad un riesgo para las
sociedades y el aumento del tiempo que media entre la edad de jubilación
y la de deceso como un hecho insolidario con la población activa... A
ellos, evidentemente, les sobra toda persona incapaz de legitimar su lugar
en el mundo desde capacidades y actos de consumo; así que, muy
especialmente, colectivos como los llamados “cuarto mundo” y “tercera
edad” (algún día habremos de reflexionar sobre las conexiones entre lo
eufemístico y lo ordinal) ya pueden ir echándose a temblar.
¡Y estos neoliberales son los mismos que
protestan por los inocentes escraches que asustan a sus vástagos (los vástagos
de las gentes desahuciadas, arrastrados por la policía fuera de sus domicilios,
ya debieran, al fin y al cabo, estar curados de espanto con esas familias que
tienen)!.
Nacho Fernández del Castro, 16 de Abril de 2013
No hay comentarios:
Publicar un comentario