« —¿Cómo ves la situación actual del cine español?
—No la veo. La veo muy mal
porque ahora sí que ya no se hace cine. Ya no hay cine español. Lo han
conseguido. Hay alguna película suelta de esas a base de que esté subvencionada
por la Generalitat
de Cataluña o por la de Valencia o por las dos. Las preparan maravillosamente
para que el Ministerio dé el visto bueno para el cheque de la primera entrega.
Eso no es cine. Y luego las películas de televisión, pero ése es otro cantar.
¿Y luego qué más hay?. No hay nada. ¿Cuántas películas crees que se producen en
España este año, por ejemplo?.
—La verdad que no muchas.
—Poquísimas. Si llegan a 25 ya
es un milagro. ¡Joder!, pues eso en cinematografía no es una industria.
—¿Y qué ideas propondrías para mejorar la situación?.
—Libertad. Un día me lo dijo
Berlanga, cuando yo era ayudante de él. Estábamos haciendo Los jueves
milagro y entonces la censura cada 10 días mandaba un nuevo recado
diciendo: "Debéis cortar esto y aquello". Luis estaba desesperado y
en uno de esos momentos en que se quedaba muy serio, meditando en el estudio
mientras rodábamos me dijo: "Desengáñate, para hacer buen cine hacen falta
dos cosas que ni tú ni yo tenemos: una es una cámara maravillosa y otra
libertad". Ahí está. Ahora tampoco hay libertad. Ninguna.
(...)
—Un consejo, por ejemplo.
—Para los jóvenes, que es lo único que interesa en el cine.
Que hagan cine, que lo hagan, que la única manera de hacer buen cine es hacer
cine. Que no se queden en casa sufriendo, llorando o pensando en la subvención
de aquí o de allá. Que tiren por la calle de en medio, que ahora con los nuevos
sistemas audiovisuales cuesta mucho menos dinero y se pueden hacer unas
películas igual de buenas que si fueran del mismísimo Murnau, Fritz Lang o
Alfred Hitchcock solo que con menos pasta.»
(Jesús,
Jess, FRANCO MANERA; Madrid, 12
de mayo de 1930 - Málaga, 2 de abril de 2013.
“Jesús Franco: Yo creo que el
cine debe hacerse con todos los riesgos”, entrevista publicada en el número
11 de Kane3 - http://www.kane3.es/cine/jesus-franco-yo-creo-que-el-cine-debe-hacerse-con-todos-los-riesgos.php-, septiembre-octubre 2006.)
Así
se lo aconsejaba Jesús Franco, el bueno del tío
Jess, en alegato que hoy y aquí se torna póstumo... El sí fue un viejo y
eterno transgresor que aprendió a hacer de todo para sacar adelante una película:
guionizar, producir, actuar, poner música, editar y dirigir... Su indudable talento se extendió tanto (por casi
doscientas películas) que no cuajó nunca la intensidad de una obra maestra... Su voluntad de hacer era tan grande que filmaba continuamente, aprovechando
escenas de unos rodajes para otras películas, empezando nuevos proyectos sin
haber terminado los anteriores... Nunca dócil ni fácil, apenas aguantó dos años
en el Instituto de Investigaciones y
Experimentación Cinematográficas franquista (al que había accedido nada más
licenciarse en Derecho como imposible
abogado de causa alguna) y acabó adquiriendo mayor notoriedad en sus
exilios voluntarios por Europa y Estados Unidos que en su propio París.
Entre
su Tenemos
18 años (1959) y las tres películas que, ¡con 82 años!, dirigió en 2012
(La
cripta de las condenadas, La cripta de las condenadas II y Al
Pereira vs. the Aligator Women), encontró un primer aldabonazo con Gritos
en la noche (1962), aparición de un Dr. Orloff exprimido luego hasta la
extenuación, y más tarde con Necromicón (1967), muy reconocido en
la Berlinale; hizo también cine más al uso, como Vampiresas
1930 (1961) con Mikaela Wood, Antonio Ozores y Lina Morgan, o Rififí en
la ciudad (1963) con Fernando Fernán Gómez, Jean Servais y Laura Granados... Pero,
sobre todo, se convirtió, desde una confesada devoción por el expresionismo alemán, en el gran
alimentador del terror fantástico hispano
de serie B.
Y
lo hizo luchando primero contra una censura
franquista que le llevó a sucesivos exilios, más tarde, contra la
desaparición de la red de salas de sesión
continua y los cines de pueblo o de
barrio que acogían esas producciones de bajísimo presupuesto, y,
finalmente, contra la Ley del Cine (1983) de Pilar Miró que con
su subvención previa a la producción
(hasta un 50% del total de la misma) según la evaluación de unos comités de valoración técnica consagró
un supuesto “cine de autor” que a nadie, crítica o público, interesaba... Se
trataba, en realidad, para decirlo con palabras del propio Jesús Franco, de un cine de paleto lento en el que bastaba
situar una cámara sobre trípode en plano fijo del horizonte por el que aparecía
un paleto que iba caminando lentamente hasta primer plano: así teníamos diez
minutos de película y luego ¡tira millas!.
Escritor
de novelas negras bajo el pseudónimo de David Khunne y pianista de jazz en
garitos de Madrid, Barcelona, Francia o Bélgica para sobrevivir, llegó a filmar
más de setenta películas en la década de los setenta (más de una docena en algún
año) utilizando para ello casi cincuenta pseudónimos, para acabar viendo sus
producciones de los ochenta derivadas hacia las Salas X, lo que le llevó a responder realizando algunos proyectos
meramente pornog´raficos.,, Pero acabó también recibiendo continuos homenajes
por el mundo (entre otros el del Festival
Internacional de Cine de Gijón en 2002) o el Goya de Honor 2009. Y, sobre
todo, acabó, como empezó, siendo un cineasta visceralmente vivo, apadrinando en
2006 el Colectivo Digital 104 en
apuesta por ese formato frente al celuloide para poder morir, como siempe
quiso, con la cámara (menos pesada) al hombro.
Dos
enseñanzas impagables.
Nacho Fernández del Castro, 3 de Abril de 2013
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