miércoles, 3 de abril de 2013

Pensamiento del Día, 3-4-2013



« —¿Cómo ves la situación actual del cine español?
—No la veo. La veo muy mal porque ahora sí que ya no se hace cine. Ya no hay cine español. Lo han conseguido. Hay alguna película suelta de esas a base de que esté subvencionada por la Generalitat de Cataluña o por la de Valencia o por las dos. Las preparan maravillosamente para que el Ministerio dé el visto bueno para el cheque de la primera entrega. Eso no es cine. Y luego las películas de televisión, pero ése es otro cantar. ¿Y luego qué más hay?. No hay nada. ¿Cuántas películas crees que se producen en España este año, por ejemplo?.
—La verdad que no muchas.
—Poquísimas. Si llegan a 25 ya es un milagro. ¡Joder!, pues eso en cinematografía no es una industria.
—¿Y qué ideas propondrías para mejorar la situación?.
—Libertad. Un día me lo dijo Berlanga, cuando yo era ayudante de él. Estábamos haciendo Los jueves milagro y entonces la censura cada 10 días mandaba un nuevo recado diciendo: "Debéis cortar esto y aquello". Luis estaba desesperado y en uno de esos momentos en que se quedaba muy serio, meditando en el estudio mientras rodábamos me dijo: "Desengáñate, para hacer buen cine hacen falta dos cosas que ni tú ni yo tenemos: una es una cámara maravillosa y otra libertad". Ahí está. Ahora tampoco hay libertad. Ninguna.
(...)
—Un consejo, por ejemplo.
—Para los jóvenes, que es lo único que interesa en el cine. Que hagan cine, que lo hagan, que la única manera de hacer buen cine es hacer cine. Que no se queden en casa sufriendo, llorando o pensando en la subvención de aquí o de allá. Que tiren por la calle de en medio, que ahora con los nuevos sistemas audiovisuales cuesta mucho menos dinero y se pueden hacer unas películas igual de buenas que si fueran del mismísimo Murnau, Fritz Lang o Alfred Hitchcock solo que con menos pasta.»
 
 (Jesús,  Jess, FRANCO MANERA; Madrid, 12 de mayo de 1930 - Málaga, 2 de abril de 2013. 
 “Jesús Franco: Yo creo que el cine debe hacerse con todos los riesgos”, entrevista publicada en el número 11 de Kane3 - http://www.kane3.es/cine/jesus-franco-yo-creo-que-el-cine-debe-hacerse-con-todos-los-riesgos.php-, septiembre-octubre 2006.)
Aquí sigue la débil farsa de una industria cinematográfica inexistente entre el vacuo glamour kitsch de viejos transgresores, hoy acomodados y elevados a los altares de la devota estupidez, y la inútil lucha de quienes sólo pueden filmar para que sus amiguetes lo vean... Y hacen bien quienes, cámara digital en mano, hacen cine en vez de integrarse en el lúgubre cortejo mendicante de públicas subvenciones o vender su alma precaria a cualquier diablo que pase por su lado.
Así se lo aconsejaba Jesús Franco, el bueno del tío Jess, en alegato que hoy y aquí se torna póstumo... El sí fue un viejo y eterno transgresor que aprendió a hacer de todo para sacar adelante una película: guionizar, producir, actuar, poner música, editar y dirigir... Su indudable talento se extendió tanto (por casi doscientas películas) que no cuajó nunca la intensidad de una obra maestra... Su voluntad de hacer era tan grande que filmaba continuamente, aprovechando escenas de unos rodajes para otras películas, empezando nuevos proyectos sin haber terminado los anteriores... Nunca dócil ni fácil, apenas aguantó dos años en el Instituto de Investigaciones y Experimentación Cinematográficas franquista (al que había accedido nada más licenciarse en Derecho como imposible abogado de causa alguna) y acabó adquiriendo mayor notoriedad en sus exilios voluntarios por Europa y Estados Unidos que en su propio París.
Entre su Tenemos 18 años (1959) y las tres películas que, ¡con 82 años!, dirigió en 2012 (La cripta de las condenadas, La cripta de las condenadas II y Al Pereira vs. the Aligator Women), encontró un primer aldabonazo con Gritos en la noche (1962), aparición de un Dr. Orloff exprimido luego hasta la extenuación, y más tarde con Necromicón (1967), muy reconocido en la Berlinale; hizo también cine más al uso, como Vampiresas 1930 (1961) con Mikaela Wood, Antonio Ozores y Lina Morgan, o Rififí en la ciudad (1963) con Fernando Fernán Gómez, Jean Servais y Laura Granados... Pero, sobre todo, se convirtió, desde una confesada devoción por el expresionismo alemán, en el gran alimentador del terror fantástico hispano de serie B.
Y lo hizo luchando primero contra una censura franquista que le llevó a sucesivos exilios, más tarde, contra la desaparición de la red de salas de sesión continua y los cines de pueblo o de barrio que acogían esas producciones de bajísimo presupuesto, y, finalmente, contra la Ley del Cine (1983) de Pilar Miró que con su subvención previa a la producción (hasta un 50% del total de la misma) según la evaluación de unos comités de valoración técnica consagró un supuesto “cine de autor” que a nadie, crítica o público, interesaba... Se trataba, en realidad, para decirlo con palabras del propio Jesús Franco, de un cine de paleto lento en el que bastaba situar una cámara sobre trípode en plano fijo del horizonte por el que aparecía un paleto que iba caminando lentamente hasta primer plano: así teníamos diez minutos de película y luego ¡tira millas!.
Escritor de novelas negras bajo el pseudónimo de David Khunne y pianista de jazz en garitos de Madrid, Barcelona, Francia o Bélgica para sobrevivir, llegó a filmar más de setenta películas en la década de los setenta (más de una docena en algún año) utilizando para ello casi cincuenta pseudónimos, para acabar viendo sus producciones de los ochenta derivadas hacia las Salas X, lo que le llevó a responder realizando algunos proyectos meramente pornog´raficos.,, Pero acabó también recibiendo continuos homenajes por el mundo (entre otros el del Festival Internacional de Cine de Gijón en 2002) o el Goya de Honor 2009. Y, sobre todo, acabó, como empezó, siendo un cineasta visceralmente vivo, apadrinando en 2006 el Colectivo Digital 104 en apuesta por ese formato frente al celuloide para poder morir, como siempe quiso, con la cámara (menos pesada) al hombro.
Su vida y su obra, tan contradictorias y apasionantes, nos aportan, al menos, dos grandes mensajes: el valor inmenso de la rebeldía permanente frente a lo establecido (o la voluntad perenne de ser libre frente a los condicionantes políticos, sociales o mercantiles) y la necesidad de encontrar un equilibrio entre los ímpetus del talento y el afán de perfección.
Dos enseñanzas impagables.
Nacho Fernández del Castro, 3 de Abril de 2013

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