«Como moneda de mala ley que con el uso y roce se ennegrece,
así el hombre es por fin apreciado en lo que vale...»
(ESQUILO; Eleusis, Ática,
525 a.N.E.
– Gela, Sicilia, 456 a.N.E.. Agamenón, primera obra de la Orestíada,
hacia el 458 a.N.E..)

Así
lo veía el ministro japonés, de ¡72 años!, que clamaba contra lo insolidario con la población activa que
resulta la aumento la longevidad... Es decir, hablando en plata, el poder, el sistema, no puede soportar (ni tolerar) esas “monedas ennegrecidas”
que consumen ingentes cantidades de
recursos públicos (en salud, pensiones o dependencia) y aportan tan sólo un
menguado valor como consumidores privados...
Sobren
monedas ennegrecidas y hacen falta billetes nuevos... Lo contrario ni el capitalismo se lo puede permitir ni el
neoliberalismo fundamentar.
Nacho Fernández del Castro, 27 de Abril de 2013
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