«...Luego está el cielo,
comparado con el cual todos los demás cielos parecen intentos fallidos.»

(Paul BOWLES;
New York, Estados Unidos, 30 de diciembre de 1910 - Tánger, Marruecos, 18 de
noviembre de 1999. Their heads are green and their hands are blue –Cabezas verdes, manos azules-, 1957
–1963 para la edición en castellano-.)
A veces, cada vez con más frecuencia, uno desearía
huir de todo este caos de estupideces...
No tener que oír cada día a los organismos
internacionales, ángeles custodios de la ortodoxia capitalista, decirnos que las medidas de ajuste estructural y recorte
de lo público que proponen nos van a causar más decrecimiento (léase dolor y
sufrimiento a quienes ya sufren y se duelen) y no van a contribuir a repunte alguno en un horizonte concreto,
pero que (bien se sabe en función de qué dogma
sagrado del neoliberalismo rampante: sólo
la acción privada es eficiente, todo lo público es derroche) no
hay otra alternativa... No tener que escuchar de labios de la “progre”
Secretaria General del partido en el gobierno que los escraches son actos nazis
(aunque lo único que hacen es señalar pública y pacíficamente lo que hace o pretende
hacer cada cual) o que las gentes de su partido son capaces de pagar su
hipoteca a costa de apretarse el cinturón lo que sea necesario (claro, en su condición
de “señorita bien”, no cae que la
mayoría de las personas desahuciadas –incluyendo
muchas de sus votantes-, “gente mal”
al fin y al cabo, antes de verse privadas de su hogar ya habían empeñado su
cinturón, por lo que nada tenían ya para apretar)... No tener que ver a la Ministra de Empleo hablar
de la emigración masiva de la juventud
como el resultado de una especie de carácter
intrépido de quienes “buscan
oportunidades laborales y formativas” en “eso que se llama movilidad exterior”... No tener que aguantar a
insignes miembros de la oposición apoyar ahora causas que despreciaron (y hasta
vituperaron) cuando estaban en el gobierno...
No
tener que observar como los líderes del
ajuste y el recorte “invierten”, sin sonrojo, unos diez millones de libras
esterlinas (unos doce millones de euros o quince millones de dólares) de dinero
público (sin recurrir, en este caso, a la “colaboración privada”) en el funeral
de quien, paradójicamente, iniciara el desmantelamiento
estructural del sector público británico, miserabilizando a muchos compatriotas...
No
tener, en fin, que soportar más la hipócrita moralina, la vacuidad solemne y el
insultante eufemismo en las bocas de quienes sirven con ahínco impostor a la
causa de un sistema de oprobio globalizado que extiende por doquier la
precarización de la vida.
Hasta
el cielo que nos dibujan es sombrío y amenazante... Pero deben existir otros
cielos más serenos y hermosos bajo los que refugiarse, lejos de tanta necedad
y tanta mentira, de tantos cielos fallidos.
¿Otro cielo es
posible?.
Nacho Fernández del Castro, 17 de Abril de 2013
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