domingo, 21 de abril de 2013

Pensamiento del Día, 21-4-2013



«...¿Qué ciudades en llamas le enseñaron a ella y la muerte del amor me enseñó a mí... que somos muy peligrosos?. ¡Y por eso, por eso me despierto todas las mañanas como un niño..., aún ahora, aún ahora!. Te juro que podría amar al mundo nuevamente... ¿Basta con poseer el conocimiento?. Saber, aunque sea felizmente, que nos reunimos malditos, no en un cierto jardín de frutos de cera y árboles pintados, en ese fementido Paraíso, sino después, después de la caída, después de muchas, muchas muertes. ¿Basta con saber?. Y el deseo de matar nunca se mata, pero poseyendo la bendición de un coraje es posible mirarlo a la cara cuando aparece, y con un golpe de amor..., como a un idiota en la casa..., olvidarlo; una y otra vez... ¿Eternamente?... Se te hace tarde. Gracias por haberme dedicado este tiempo. No, no es la certidumbre, no es eso lo que siento. Pero parece factible... no tener miedo. Tal vez sea eso lo que uno tiene. Se lo diré a ella. Sí, sabrá, comprenderá lo que quiero decirle.»
 
 (Arthur Asher MILLER, Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2002; New York, Estados Unidos, 
17 de octubre de 1915 - Roxbury, Connecticut, 10 de febrero de 2005:. Fragmento de la reflexión final de Quentin en After the Fall -Después de la caída-, 1963 -1965 para la edición en castellano-.)
En tiempos de caídas globales provocadas por la crisis-esafa resulta cada día más claro que no basta con saber... Saber, acaso, no sabemos demasiado sobre cómo salir de ésta, pero lo indiscutible es que los poderosos, sus testaferros políticos y sus voceros mediáticos no tienen ninguna intención de ensayar algo que deje de hundirnos más, porque, mientras la mayoría se ahoga, a ellos les va estupendamente, solazándose en las blandas arenas de la orilla.
Parece evidente que la situación no puede durar y que algún giro habrá que dar a esto, pero, “¡oiga!, deben pensar los amos del mundo, mientras dura, dura: ande yo caliente y jódase la gente... Luego, ¿que nos quiten lo bailao”.
Pero en algún momento las llamas de cualquier ciudad o la muerte del amor al mundo convertirá a los miserables en peligrosos, en malditos reunidos en rincones reales, más allá de los decorados de cartón-piedra de la sociedad del espectáculo, desbordando las insuficiencias de su saber con la voluntad desesperada de matar el miedo... Porque tal vez eso sea lo único que les quede después de la caída global: la conciencia clara de una necesidad imperiosa de matar el miedo.
Nacho Fernández del Castro, 21 de Abril de 2013,

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