jueves, 18 de abril de 2013

Pensamiento del Día, 18-4-2013



«La industria cinematográfica no se puede permitir un salto en el vacío. Todos conocemos la complejidad de nuestro trabajo, tan difícil como inestable, y cualquier giro imprudente puede llevarnos a una catástrofe.»
 (Enrique GONZÁLEZ MACHO; Santander, Cantabria, 1947. Discurso, como Presidente de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España, en la Gala de entrega de los Premios Goya 2012, 19-2-2012.)
Para quienes hicimos crecer nuestra mirada más cinéfila en las míticos Cines Renoir de los ochenta, constituyendo la madrileña calle de Martín de los Heros como el lugar de una devota procesión pagana en busca de las mejores imágenes, que podían ser completadas por una parsimoniosa consulta lectora en la Librería Ocho y Medio, la noticia del más que probable y casi inminente cierre de la práctica totalidad de las actividades de producción, distribución y exhibición de Alta Films es una verdadera catástrofe...
Alta Films lleva, bajo la batuta de Enrique González Macho, treinta y siete años contribuyendo a proporcionar a la ciudadanía hispana eso que se dio en llamar cine de culto, no tanto por motivos elitistas como por su indiscutible contribución al cultivo del gusto por las buenas películas alejadas de las superproducciones, los efectos especiales y las estrellas de cartón piedra. Desde Alta Films, personas como Nieves Maroto contribuyeron decisivamente a hacer del cine un instrumento didáctico de primer orden al servicio de quienes pretendíamos enseñar.
Por eso hoy no podemos sino sentir en nuestras carnes el escalofrío de ese salto al vacío de la industria cinematográfica frente al que propio Enrique advertía en su primer discurso como Presidente de la Academia... El giro imprudente parece dado, y en vez de explorar nuevos caminos que permitan sostener las pequeñas producciones de calidad desde y en los nuevos medios, productores, distribuidores y creadores se han dedicado a la rebañar los restos del naufragio buscando extender, como un último estertor, el cobro de todo tipos de derechos (de creación, de autoría, de producción, de exhibición,...) hasta quemar los últimos espacios para el buen cine.
Así que, acaso, lo que siempre fue difícil e inestable, parece haberse tornado imposible, en estos tiempos donde sólo florecen los negocios de rendimiento rápido...
¿Podrá aún la creatividad amateur reinventar el cine de autor desde los nuevos medios digitales para conquistar otros espacios para la degustación colectiva y parsimoniosa?. Sino es así, la humanidad entera habrá perdido algo muy valioso. Y sólo a algunos privilegiados nos quedará el regusto amargo de la nostálgica memoria de los Cines Renoir y Alta Films.
Nacho Fernández del Castro, 18 de Abril de 2013

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