«El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para
mencionarlas había que señalarlas con el dedo.»
(Gabriel José
de la Concordia GARCÍA
MÁRQUEZ; Aracataca, Colombia, 6 de marzo de 1927;
Premio Nobel de Literatura 1982. Cien años de soledad, 1967.)
Curioso espectáculo
el de un Ministerio del Interior que, además del celo que se le supone en la custodia de los parlantes, trata de
velar también por la precisión de la
lengua en los informes elaborados por su funcionariado... Ya saben, no hay
que escribir en tales documentos (comunicaciones, escritos y diligencias, según
reza la orden emitida el pasado día 19
de abril a la Policía Nacional)
la palabra “escrache”, término creado
en el extranjero (aunque sea un extranjero
hispanoparlante, como Argentina) y que tiene connotaciones de buena
organización, estricto control interno y absolutamente pacífico (incluyendo la
nula resistencia ante cualquier requerimiento por parte de las fuerzas del orden) “afeamiento de una acción o decisión política o económica” en las
inmediaciones del domicilio de quien la ha llevado a término.
En
su esforzado afán por proteger el idioma (tan acorde con los planes del Ministro de Educación y su Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa
para garantizar, ante todo, la profunda
inmersión lingüística en el castellano, hasta el ahogamiento si fuera
menester de cualesquiera otra lengua -salvo la del Imperio, claro está-, de
toda persona usuaria del recortado sistema
educativo), quienes dirigen las porras (más allá de los desayunos
matritenses) proponen el uso alternativo de términos como “acoso”, “amenaza” o “coacciones”.
¿Por ser más castizos?... Sin duda lo son, pero el asunto tal vez tenga un
poco más que ver, malpensado que es uno, con el hecho de que todas las
sugerencias aportadas corresponden a figuras
delictivas concretas contempladas en los Códigos correspondientes. O sea,
que no conforme con el descrédito mediático trasladado a través de sus voceros,
los responsables del ejercicio de la llamada violencia legítima pretenden
cerrar el círculo con una criminalización lingüística que facilite el paso de
las porras a las togas.
Algunos
policías recelan y han levantado la liebre, algunos jueces se han mostrado ya
claramente contrarios a tales procesos y hasta el político Fiscal General del
Estado duda del asunto...
¿Se
atreverá la Real Academia Española de la Lengua a denunciar al Ministerio del Interior por invasión de competencias en materia de limpieza, fijación y esplendor del idioma?.
Nacho
Fernández del Castro,
26 de Abril de 2013
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