sábado, 17 de noviembre de 2012

Pensamiento del Día, 17-11-2012



«Entre quienes han reflexionado sobre la educación en nuestra época destaca brillantemente la alemana de origen judío Hannah Arendt. El periodo convulso en el que le tocó en suerte vivir y pensar -la Alemania anterior a la Segunda Guerra Mundial, la guerra, la Europa de posguerra- destaca aún más, si cabe, el enorme valor de una de sus muchas afirmaciones, aparentemente muy sencilla: que la educación se sitúa ‘entre el pasado y el futuro’, entre la estabilidad y el cambio, entre la tradición y la innovación.
Ese carácter de la educación, tan consustancial a la propia realidad educativa como el tiempo para los relojes, no puede ser ajeno a las políticas de educación: debe condicionar y, a la vez, orientar el desarrollo de cualquier reforma educativa que quiera estar a la altura de los tiempos, porque la educación es, de alguna manera, el ‘lugar’ donde las sociedades y las culturas se juegan lo que son y lo que quieren ser. No es casual que Hannah Arendt incluyera sus consideraciones sobre la educación, junto a las que dedicó a la memoria, a la imaginación y a la capacidad de juicio, en el proyecto filosófico, más vasto, de toda una reflexión acerca de la entera cultura humana.

(...)

Casi al mismo tiempo que Hannah Arendt afirmaba que la educación se sitúa entre el pasado y el futuro, entre la tradición y la novedad, Samuel Beckett escribía, con bastante menos optimismo sobre la condición humana que Hannah Arendt, una pieza teatral sobre un futuro inexistente, sobre un presente casi inmóvil, sobre una espera sin esperanza.
Quizá gracias a los dos sabemos que el futuro no es algo que haya que 
esperar; que no podemos ‘esperar’ a que se presente, porque cuando el 
futuro se presenta, ya es tarde: el futuro se gana, y sólo se gana 
apostando, con la necesaria reflexión y con responsabilidad política, por 
la continua mejora del presente de nuestra educación.»
 
 (Pilar del CASTILLO VERA; Nador, Marruecos, 31 de julio de 1952; Ministra de Educación, Cultura y Deporte en la segunda legislatura, 2000-2004, de José María Aznar, responsable de la Ley Orgánica de Universidades  
de Diciembre de 2001, la Ley Orgánica de Formación Profesional de Junio de 2002 y la Ley Orgánica de Calidad de la Educación de Diciembre de 2002 . Principio y final del artículo  
Hace diez años ya la canalla política popular había tomado, en apoyo de su reforma educativa de entonces, culminada en la Ley Orgánica de Calidad de la Educación (2002), el nombre, sino de un dios, sí de venerables e ilustres representantes de la “cultura progre”...  Lo hacía también a través de la voz de la Ministra del momento, Pilar del Castillo, que, amamantada con las leches maoístas de la Organización Comunista de España- Bandera Roja, no mostraba empacho en publicar en El País, heraldo mediático del grupo de presión representado políticamente por “el socialismo”, un artículo en el que hacía a la filósofa de Entre el pasado y el futuro (1961),  Hannah Arendt (1906-1975), y el dramaturgo de Esperando a Godot (1952), Samuel Beckett (1906-1989), valedores involuntarios de sus propuestas normativas.
Sin entrar siquiera en lo burdo y vago de las interpretaciones que de dichas obras se hacía para convertirlas en paladines del concepto de educación subyacente en la LOCE, dicha instrumentalización intelectual afectaba a muertos que ya sólo podrían mostrar su disconformidad mediante el tópico “removerse en sus tumbas” (podría decirse que yo hago aquí algo parecido, pero nada más lejos de la realidad: uso las citas como simples estímulos desencadenantes que, pudiendo animar de paso a la lectura de las obras de las que proceden, provocan la respuesta de mis glosas libérrimas en un desarrollo de ideas y argumentos sobre el aquí y el ahora que en absoluto reclama para sí el apoyo intelectual de quien escribió la cita usada).
O sea que, desde este punto de vista, hasta José Ignacio Wert es, en ese sentido, más elegante que la actual eurodiputada... Él, al menos, se atrevió a realizar la artera maniobra en presencia del instrumentalizado y arriesgándose a una respuesta por su parte que supusiera un cierto desplante... Respuesta que, por cierto (y coincidiendo, en esto, con la inevitable apatía cortés de sus colegas muertos), no llegó por parte del instrumentalizado poeta presente. ¿Consistirá en algo así el mutismo de las llamadas “mayorías silenciosas”?.
Nacho Fernández del Castro, 17 de Noviembre de 2012

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