«Entre quienes han reflexionado sobre la educación en nuestra época destaca
brillantemente la alemana de origen judío Hannah Arendt. El periodo convulso en
el que le tocó en suerte vivir y pensar -la Alemania anterior a la Segunda Guerra
Mundial, la guerra, la Europa
de posguerra- destaca aún más, si cabe, el enorme valor de una de sus muchas
afirmaciones, aparentemente muy sencilla: que la educación se sitúa ‘entre el
pasado y el futuro’, entre la estabilidad y el cambio, entre la tradición y la
innovación.
Ese carácter de la educación, tan consustancial a la propia
realidad educativa como el tiempo para los relojes, no puede ser ajeno a las
políticas de educación: debe condicionar y, a la vez, orientar el desarrollo de
cualquier reforma educativa que quiera estar a la altura de los tiempos, porque
la educación es, de alguna manera, el ‘lugar’ donde las sociedades y las
culturas se juegan lo que son y lo que quieren ser. No es casual que Hannah
Arendt incluyera sus consideraciones sobre la educación, junto a las que dedicó
a la memoria, a la imaginación y a la capacidad de juicio, en el proyecto
filosófico, más vasto, de toda una reflexión acerca de la entera cultura
humana.
(...)
Casi al mismo tiempo que Hannah Arendt afirmaba que la
educación se sitúa entre el pasado y el futuro, entre la tradición y la
novedad, Samuel Beckett escribía, con bastante menos optimismo sobre la
condición humana que Hannah Arendt, una pieza teatral sobre un futuro
inexistente, sobre un presente casi inmóvil, sobre una espera sin esperanza.
Quizá gracias a los dos sabemos que el futuro no es algo que haya que
esperar; que no podemos ‘esperar’ a que se presente, porque cuando el
futuro se presenta, ya es tarde: el futuro se gana, y sólo se gana
apostando, con la necesaria reflexión y con responsabilidad política, por
la continua mejora del presente de nuestra educación.»
(Pilar del CASTILLO VERA; Nador,
Marruecos, 31 de julio de 1952; Ministra
de Educación, Cultura y Deporte en la segunda legislatura, 2000-2004, de
José María Aznar, responsable de la Ley
Orgánica de
Universidades
de Diciembre de 2001, la Ley Orgánica de Formación Profesional de Junio de
2002 y la Ley Orgánica de Calidad de la Educación de
Diciembre de 2002 . Principio y final del artículo
“El futuro de la sociedad es el presente de la educación” en El País, 16-9-2002.)
Sin
entrar siquiera en lo burdo y vago de las interpretaciones que de dichas obras
se hacía para convertirlas en paladines del concepto
de educación subyacente en la
LOCE, dicha instrumentalización intelectual afectaba
a muertos que ya sólo podrían mostrar su disconformidad mediante el tópico “removerse
en sus tumbas” (podría decirse que yo hago aquí algo parecido, pero nada más
lejos de la realidad: uso las citas como simples estímulos desencadenantes que, pudiendo animar de paso a la lectura
de las obras de las que proceden, provocan la respuesta de mis glosas libérrimas
en un desarrollo de ideas y argumentos
sobre el aquí y el ahora que en absoluto reclama para sí el apoyo
intelectual de quien escribió la cita usada).
Nacho Fernández del Castro, 17 de Noviembre de 2012
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