«El trastorno emocional, la enfermedad moral y el
desamparo individual quedan como rasgos ubicuos de nuestro tiempo. Nuestra muy
proclamada forma de democracia ha sido, con desconocimiento de muchos americanos, subvertida por su contradictoria
relación con el verdadero objetivo al que se dirige: la libertad humana, la
justicia social y la tolerancia y el respeto por la diferencia.»
(Peter McLAREN; Toronto, Ontario,
Canada, 2 de Agosto de 1948. Párrafo de la “Introducción” a
Critical
Pedagogy and Predatory Culture –Pedagogía crítica y cultura depredadora-, 1995
-1999 para la edición en
castellano-.)
Nuestras, tan en vano, nombradas y
renombradas democracias, siguiendo la
estela y el dictado de las líderes
(naciones, empresas, personas) mundiales,
han pervertido los objetivos generales que las legitimaban: la libertad universal, la justicia social y la tolerancia ante la diferencia.
De hecho se han ido convirtiendo
progresivamente en teatro, en una pura representación
formal que apenas esconde ya sus verdaderos fines: legitimas como
necesarios los intereses de los amos del mundo... O, dicho de otro modo, crear y difundir el imaginario colectivo que “naturalice” el principio de que la libertad sólo debe estar al alcance de
quien pueda pagársela, la justicia
debe acercarse progresivamente a la “ley del más fuerte”, y la tolerancia sólo la merecen quienes
asientan su diferencia sobre una “capacidad de emprendimiento” manifiesta en
dinero de curso más o menos legal.
Afortunadamente, son cada día más las
personas que se van dando cuenta de tan negra
comedia... Los trastornos emocionales,
los déficits morales y la extensión
de diversas formas de vivencia individual
del desarraigo y el desamparo así lo muestran y se van convirtiendo en un signo global de nuestro tiempo. Pero
también va extendiéndose la conciencia
racional de la farsa y, ante eso, los poderes
formales y reales se muestran más inquietos: no pueden comercializarla a través de distintos formatos terapéuticos,
así que deben retornar a la deslegitimación
social, las porras y las togas.
Nacho Fernández del Castro, 26 de Noviembre de 2012
No hay comentarios:
Publicar un comentario