«Que el verso sea como una llave
Que abra mil puertas.
Una hoja cae; algo pasa volando;
Cuanto miren los ojos creado sea,
Y el alma del oyente quede temblando.
Que abra mil puertas.
Una hoja cae; algo pasa volando;
Cuanto miren los ojos creado sea,
Y el alma del oyente quede temblando.
Inventa mundos nuevos y cuida tu
palabra;
El adjetivo, cuando no da vida, mata.
El adjetivo, cuando no da vida, mata.
Estamos en el ciclo de los nervios.
El músculo cuelga,
Como recuerdo, en los museos;
Mas no por eso tenemos menos fuerza:
El vigor verdadero
Reside en la cabeza.
El músculo cuelga,
Como recuerdo, en los museos;
Mas no por eso tenemos menos fuerza:
El vigor verdadero
Reside en la cabeza.
Por qué cantáis la rosa, ¡oh Poetas!
Hacedla florecer en el poema ;
Sólo para nosotros
Viven todas las cosas bajo el Sol.
Hacedla florecer en el poema ;
Sólo para nosotros
Viven todas las cosas bajo el Sol.
El Poeta es un pequeño Dios.»
(Vicente
GARCÍA-HUIDOBRO FERNÁNDEZ; Santiago, Chile, 10 de enero de 1893 -
Cartagena, Chile, 2 de enero de 1948. “Arte poética” en El
espejo de agua, 1916.)
Pero,
por desgracia, quien legisla no tiene más
voluntad que la de sus amos, y por ello abusa tanto de los adjetivos vacuos en su discurso que, lejos de dar vida, mata (simbólica y
literalmente). Sus “versos legales” no
abren puertas, sino que las cierran hasta hacer la atmósfera insana e
irrespirable; no crean nada de cuanto
sueñan las miradas del pueblo sorprendidas ante lo más cotidiano, sino sólo
lo que ordenan los poderosos; lejos de inventar mundos nuevos, trata de perpetuar empecinadamente lo dado; no cuida las palabras, sino que las retuerce y las desvía semánticamente
para fundar una pragmática del oprobio...
¿Dónde
y cómo buscar, entonces, las rosas verdaderas?.
Nacho Fernández del Castro, 6 de Noviembre de 2012
No hay comentarios:
Publicar un comentario