viernes, 2 de noviembre de 2012

Pensamiento del Día, 2-11-2012



«Ésa es otra de las razones para someter el nuevo paisaje al análisis (…) tradicional: que sea aceptado por el establishment. No pueden aprender del pop hasta que el Pop entre en las academias.»
(Denise SCOTT BROWN, nacida Denise Lakofski; Nkana, Rodesia, 31 de octubre de 1931.  
Learning form pop -Aprendiendo del Pop -, 1971 -2007 para la edición en castellano-.)
La dialéctica permanente entre vanguardia y establishment, entre transgresión y Academia, no deja de resultar curiosa y paradójica... Una vanguardia, con su impulso más o menos transgresor, no triunfa realmente hasta que ese ánimo comienza a penetrar el sobrio y refractario espíritu académico... Pero, en ese mismo momento, en el instante en que más y más de quienes se han adueñado del canon académico comienzan a considerar valioso el aprendizaje de las propuestas transgresoras, éstas pierden necesariamente ese carácter, dejan de ser vanguardia, se desvanece su capacidad de quiebra, y quedan integradas en la norma... Ya sin inquietar ni remover los cimientos del ámbito social de referencia.
Esto, evidentemente, pasa con el arte.
Pero también pasa en el ámbito ético-político y en sus reflejos educativos... La propia dialéctica existente entre usos sociales, valores, normas y leyes, está sometida al conflicto de fondo entre unas éticas de la resistencia, que derivan y propugnan modos de vida alternativos al dominante, y una moral hegemónica, que normativiza e impone ese modo de vida hegemónico. Así sucede, por ejemplo, con el feminismo, el ecologismo o el interculturalismo frente al modelo de desarrollo de explotación y consumo, fuertemente dilapidador de recursos, androcéntrico y eurocéntrico... Pero su mismo éxito como éticas de la resistencia hace que la moral hegemónica, derivada y gestora de ese modelo de desarrollo, incorpore elementos más o menos significativos de sus propuestas al discurso del poder (en los programas de los partidos políticos, en las líneas de actuación de los gobiernos, en las instituciones formales del Estado,...) y las proyecte sobre los currículos educativos (en forma de educación en valores, educación cívica,...). Pero, en ese mismo momento, las propuestas alternativas ven desactivada su fuerza transformadora por dos motivos... Por una parte, pasan a integrar (todo lo parcialmente que se quiera) el discurso normalizador de la moral hegemónica. Y sobre todo, por otra, pierden buena parte de su visibilidad como alternativa crítica al ser percibidas por la población como parte de lo dado, parte del discurso del poder formal y parte de la instrucción pública normalizadora.
Nacho Fernández del Castro, 2 de Noviembre de 2012

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