lunes, 21 de octubre de 2013

Pensamiento del Día, 21-10-2013



«¿Por qué siempre nos enseñan que lo fácil y malvado es hacer lo que queremos y que debemos disciplinarnos para reprimirnos a nosotros mismos?. Es la cosa más difícil del mundo: Hacer lo que queremos. Y necesita del más elevado tipo de coraje. Quiero decir, lo que realmente queremos.»
 (Alisa Zinóvievna ROSENBAUM, conocida literariamente por el pseudónimo de Ayn RAND; San Petersburgo, Imperio ruso, 2 de febrero de 1905 – Nueva York, Estados Unidos, 6 de marzo de 1982. The fountainhead 
–El manantial-, 1943 -2008, por ejemplo, para una edición en castellano-)
Hacer lo que queremos... ¡Qué gran propuesta y programa vital!, ¡qué gozo inmenso el de desarrollar las propias cualidades mediadas por los apetitos y anhelos de cada cual!.
¿O no?... Pues tal vez no. Tal programa vital sólo sería admisible si se pone entre paréntesis la presencia constante de terceras personas en relación con uno hasta determinar un núcleo relevante de su realidad objetiva, de las condiciones de posibilidad (también éticas y políticas) de sus acciones que desbordan totalmente su subjetividad, la reducción de su yo a una dimensión meramente apetitiva.
Ir creciendo, ir haciéndose ser humano adulto, es ir cobrando conciencia de la propia condición multidimensional... O sea, que consiste precisamente en eso: aprehender en toda su complejidad la multitud de factores de necesidad que deben matizar y reconfigurar dialécticamente nuestro deseo.
El liberalismo radical, en su más o menos ingenua pretensión (al estilo de Ayn Rand o el Germán Doin Campos de La educación prohibida -2012-) de establecer una primacía absoluta del deseo sobre cualquier necesidad, no es otra cosa que una forma ideológica de infantilismo.
Nacho Fernández del Castro, 21 de Octubre de 2013

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