«Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un
tal Pedro Páramo. Mi madre me lo dijo. Y yo le prometí que vendría a verlo en
cuanto ella muriera. Le apreté sus manos en señal de que lo haría; pues ella
estaba por morirse y yo en plan de prometerlo todo.»

(Juan Nepomuceno Carlos PÉREZ RULFO VIZCAÍNO; Sayula,
Jalisco, México, 16 de mayo de 1917 - México, D. F., 7 de enero de 1986; Premio
Príncipe de Asturias de las Letras 1983. Inicio de Pedro Páramo, 1955.)
Aplastados por la corrupción interna y el descrédito
internacional unos, condenados por “conflictos irresolubles de divinidades
(muy terrenas)” otros, sometidos a las tensiones de la absorción del capitalismo productivo en sociedades estrictamente jerarquizadas unos terceros, no hay ya
madre que quiera decirnos quién es nuestro Pedro Páramo genitor para que
vayamos a conocerle... Quizás porque resultaría ya imposible que pudiéramos
reconocernos en la Grecia
de Amanecer Luminoso o en la Roma (tornada en Milán) de Silvio
Berlusconi y (tornada en Padania) de Umberto Bossi.
Acaso, tan sólo, que lo olvidemos.
Nacho
Fernández del Castro, 7 de Octubre de 2013
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