«En el siglo XVIII vivió en Francia uno de los hombres más geniales y
abominables de una época en que no escasearon los hombres abominables y
geniales. Aquí relataremos su historia.»
(Patrick SÜSKIND; Ansbach,
Baviera, 26 de marzo de 1949. Inicio de Das Parfum, die
Geschichte eines Mörders –El perfume. Historia de un asesino-, 1985 -2008,
por ejemplo, para una edición en castellano-.)

Seguro que si a cualquiera le proponen que
diga sin pensar demasiado los nombres de tres hombres y tres mujeres que le
parezcan formidables y otras tantas personas que le resulten repugnantes, en
general, encontrará muchas más dificultades para satisfacer (fuera de su círculo
de amistades anónimas) la primera petición que la segunda... Aunque, eso sí,
seguro que a todo el mundo se le ocurre rápidamente alguien que le provoca una
formidable repugnancia, alguien al que reconoce como genial en su perversidad
abominable.
Es lo que tienen los tiempos de cambio... Los estertores del medioevo ante la irrupción de la modernidad trajeron una abigarrada
tipología de seres humanos magníficos
y despreciables, así como toda clase de conjugaciones personales de ambas
características... En medio de un estado
de cosas en el que lo difícil era sobrevivir
en medio de la extensión y diversificación
del conflicto.
Y aquí estamos ahora, en medio de una capitalismo depredador (neoliberal y postmoderno) dispuesto a rascar los últimos rincones residuales de bienestar general para transformarlos
en negocio particular al servicio de
quien pueda pagárselo, precarizando
la vida de los más para garantizar la confortable
seguridad de los menos... Y son miles de millones de personas ya en el
mundo las que no pueden tener más horizonte
vital que la mañana siguiente, porque su vida es constante riesgo radical en las aguas que llevan
hanta (o impiden llegar a) la isla de Lampedusa, en el Estrecho de Gibraltar,
en cualquier selva o desierto, bidonville
o favela.
Nacho Fernández del Castro,
8 de Octubre de 2013
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