sábado, 5 de octubre de 2013

Pensamiento del Día, 5-10-2013



«Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos, la edad de la sabiduría, y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación.»
 
 (Charles John Huffam DICKENS; Portsmouth, Inglaterra, Reino Unido, 7 de febrero de 1812 – Gadshill Place, 9 de junio de 1870. Inicio de A Tale of Two Cities –Historia de dos ciudades-, 1859 
-1999, por ejemplo, para una edición en castellano-.)
En realidad toda la historia de la humanidad está salpicada de tiempos que conjugan lo mejor con lo peor, la sabiduría más excelsa con la locura más atávica, las credulidades más pasmosas con los escepticismos más impermeables, las grandes esperanzas con las terribles desesperaciones...
En realidad, visto en perspectiva, siempre ha ocurrido un poco esto, en toda época y en todo lugar.
Pero, probablemente, sea difícil encontrar una época en la que, como en la presente, sea tan clara la conciencia universal de ello... De las inmensas expectativas que abren los avances tecnológicos y los abisales peligros de algunos de sus usos... De los cauces potenciales para una participación popular en la toma de decisiones relevantes en aras de una democracia más directa y de la imposición del estricto control de la política por los intereses económicos de los poderosos... De las condiciones de posibilidad existentes para alcanzar mayores cotas de libertad individual y colectiva y de los abusivos límites que, so pretexto de garantizar la seguridad (de las “mayorías silenciosas”, del sistema nacional de salud, de las pensiones futuras,...) cercenan nuestros derechos (y su universalización)...
A lo peor, en eso consiste  precisamente (dirán quienes, agustinianamente, aún creen posible la interpretación de la historia de la humanidad desde la idea lineal de progreso) la llamada globalización afianzada por el desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación: en mundializar la conciencia de la opresión.
Así que nuestro tiempo también es paradójico... Tiempo contradictorio que para millones de personas se torna casi imposible.
Nacho Fernández del Castro, 5 de Octubre de 2013

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