«Cuando Gregorio Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto.»
(Franz KAFKA; Praga, Imperio Austro-húngaro
–actual República Checa-, 3 de julio de 1883 – Kierling, Austria, 3 de junio de
1924. Inicio de Die Verwandlung –La metamorfosis-, 1915 -2009, por ejemplo, para una edición en
castellano-.)
Vivimos
tiempos difíciles, tiempos en los que, globalizadamente
oprimidos, tenemos que soportar que, para colmo, el teatro de sombras políticas y sus apuntadores mediáticos nos digan que la culpa es nuestra por haber vivido por encima de nuestras
posibilidades, por habernos anquilosado bajo tanto (¿?) bienestar... Por haber creído, vamos,
que esto era Jauja.
Por eso, dicen, se han visto forzados a
cruzar lo que ellos mismos llamaban las “líneas rojas”, recortando drásticamente
en salud, educación, pensiones o atención a la dependencia (públicas, claro está).
Pero ciertamente, debiéramos decirles que sí,
que estamos de acuerdo, que hay que cruzar todas sus líneas rojas... Pero las reales: hay que recortar ferozmente las
subvenciones a banqueros y empresarios dadas bajo el principio de “socialización de las pérdidas” para
transformarlo en un verdadero esfuerzo
compartido, hay que limitar sin
que tiemble el pulso el volumen de esa casta
política que vive a costa del erario
público y sus propios salarios y prebendas...
Porque, tal como nos tratan, acabaremos por
sentirnos, como Gregorio Samsa, insectos encorsetados (burocratizados, sometidos) en un rígido caparazón, sin capacidad de maniobra...
Pero, bueno, al fin y al cabo los insectos
son la clase animal (como buena parte
del filum de los artrópodos) que,
pese a la brevedad de su vida individual,
tiene más resistencia colectiva, conjunta a los avatares del medio... ¡Todo un ejemplo!.
Nacho Fernández del Castro,
6 de Octubre de 2013
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