martes, 10 de julio de 2012

Pensamiento del Día, 10-7-2012


«¿Embalsamarlo?. ¿Estás loco?. ¿Crees que quiero convertirme en una momia, rellenarme la cabeza de paja?.»
 
 (James Graham BALLARD; Shangai, China, 18 de noviembre de 1930 – 
Londres, Reino Unido, 19 de abril de 2009. Holliday al final de The Voices of Time 
-Las voces del tiempo-, 1962.)
Con frecuencia las administraciones educativas parecen olvidarse de que eso que llamamos “el alumnado” está compuestos por personas concretas, niñas y niños, chicos y chicas con habilidades y expectativas diversas, con ingenios y contextos diferentes, con aptitudes y actitudes dispares, con experiencias e intereses variopintos...
Y así, proyecta una burocracia docente que se torna en las aulas en una cultura escolar tan monocorde y rígida que, lejos de servir de cauce emancipador, se convierte en el mayor obstáculo para el verdadero desarrollo educativo de cada cual en medio del multiculturalismo creciente de la sociedad. La escuela, de hecho, como institución presente en la sociedad de la apariencia y el espectáculo (la sociedad del “ascenso de la insignificancia” que diría Cornelius Castoriadis) ha pasado a centrarse más, casi exclusivamente, en su papel normalizador de cara a dicho entorno: normaliza y homologa al servicio de un “modelo de ciudadanía” traducido como el arquetipo del consumo individual de símbolos que conforman identidades.
La escuela, en suma, ha de “gestionar eficazmente sus ceremonias”, reiterativas y recursivas, casi rituales, capaces de forzar la conversión semántica y pragmática de los valores que llenan sus grandes declaraciones genéricas de principios (esa autonomía personal, esa solidaridad, ese espíritu crítico que aparecen en todo proyecto educativo que se precie) en comportamientos sociales que aceptarán sumisamente que sus diferencias sólo tienen sentido, sólo son “aceptables” y “normales”, en cuanto vengan dadas por hábitos de consumo simbólico... Vamos que la propia identidad no va, no puede ni debe ir, más allá de lo que simboliza beber cerveza con o sin, hacer turismo de playa o de montaña, utilizar Microsoft o Apple, preferir el cine europeo o el americano...
En realidad, se trata de una tarea muy parecida a embalsamar a cada joven... Y crear un mundo de momias con la cabeza llena de paja para que puedan funcionar sin problemas a partir de automatismos externos.
Supongo y espero que no tenga nada que ver con esto la reclamación que muchos hacemos de la adecuada financiación de una escuela pública, laica y gratuita... En mi caso, puedo asegurar que esa proclama la uso precisamente contra todo eso.
Nacho Fernández del Castro, 10 de Julio de 2012

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