«Cuando Lilith Iyapo despertó ya no estaba en la Tierra. Porque la Tierra estaba muerta, y
Lilith, temía, estaba viva. Pero los terrores que atormentaban su pasado no
eran nada comparados con el futuro que sus salvadores alienígenas habían
elegido para ella. Los oankali,
comerciantes genéticos que manipulaban el ADN, como el hombre que había
moldeado en sus tiempos el metal, exigían su precio por el rescate de la
humanidad. Y su precio era la única herencia que la especie humana tenía por
ofrecer: ¡los oankali querían a
cambio la propia humanidad!.
Planeaban engendrar con los humanos. Y no había forma alguna de detenerles...»
Planeaban engendrar con los humanos. Y no había forma alguna de detenerles...»
(Octavia
Estelle BUTLER; Pasadena, California, Estados Unidos, 22 de junio de 1947 –
Lake Forest Park, Washington, 24 de febrero de 2006. Dawn –Amanecer-, 1987
–primera
novela de la trilogía Lilith's Brood:
Xenogenesis-.)
Los
hombres de negro de la troika, cancerberos
y máxima expresión del espíritu
neoliberal (“socialización de las pérdidas,
privatización de las ganancias”), son, en último extremo, el síntoma del fin de la humanidad (no sólo el de su Historia, como evolución del conflicto ideológico, según el pensamiento de Francis
Fukuyama)... Son, en suma, el arquetipo del primer ser posthumano, un híbrido
alienígena que intenta demostrar que la vieja Tierra, tal y como aún la conocemos, hábitat natural, está también muerta, pues su única realidad (su única posibilidad de permanecer en su ser) es como recurso económico y viene dada por su valor de mercado (tal y como muestra,
por ejemplo, el anteproyecto de Ley de
Costas del actual gobierno popular español). O que los viejos terrícolas debemos ir acostumbrándonos a
dejar de considerarnos sujetos de derechos
por nuestra mera condición humana, para pasar a ser simples perceptores de los servicios
que podamos pagarnos (que serán,
claro está, los que puedan suponer un negocio
para otros).
Sólo
nos queda la esperanza de que, al
menos, esa nueva especie de seres
posthumanos no se pueda cruzar con la humana.
Así quizás algún día se les pueda detener.
Nacho Fernández del Castro, 29 de Julio de 2012
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