domingo, 29 de julio de 2012

Pensamiento del Día, 29-7-2012





«Cuando Lilith Iyapo despertó ya no estaba en la Tierra. Porque la Tierra estaba muerta, y Lilith, temía, estaba viva. Pero los terrores que atormentaban su pasado no eran nada comparados con el futuro que sus salvadores alienígenas habían elegido para ella. Los oankali, comerciantes genéticos que manipulaban el ADN, como el hombre que había moldeado en sus tiempos el metal, exigían su precio por el rescate de la humanidad. Y su precio era la única herencia que la especie humana tenía por ofrecer: ¡los oankali querían a cambio la propia humanidad!.
Planeaban engendrar con los humanos. Y no había forma alguna de detenerles...»
(Octavia Estelle BUTLER; Pasadena, California, Estados Unidos, 22 de junio de 1947 – 
Lake Forest Park, Washington, 24 de febrero de 2006. Dawn –Amanecer-, 1987 
–primera novela de la trilogía Lilith's Brood: Xenogenesis-.)
Son de otra especie... No responden a los patrones habituales del comportamiento humano... No se conmueven ante la miseria y el dolor de sus supuestos congéneres... No se alteran ante las maniobras especulativas de los mercados financieros... Su pasión estética está más atenta a una stock option que a una sinfonía romántica, un poema expresionista o el retrato de una madonna del Renacimiento...
Los hombres de negro de la troika, cancerberos y máxima expresión del espíritu neoliberal (“socialización de las pérdidas, privatización de las ganancias”), son, en último extremo, el síntoma del fin de la humanidad (no sólo el de su Historia, como evolución del conflicto ideológico, según el pensamiento de Francis Fukuyama)... Son, en suma, el arquetipo del primer ser posthumano, un híbrido alienígena que intenta demostrar que la vieja Tierra, tal y como aún la conocemos, hábitat natural, está también muerta, pues su única realidad (su única posibilidad de permanecer en su ser) es como recurso económico y viene dada por su valor de mercado (tal y como muestra, por ejemplo, el anteproyecto de Ley de Costas del actual gobierno popular español). O que los viejos terrícolas debemos ir acostumbrándonos a dejar de considerarnos sujetos de derechos  por nuestra mera condición humana, para pasar a ser simples perceptores de los servicios que podamos pagarnos (que serán, claro está, los que puedan suponer un negocio para otros).
Tiste, sí... Sobre todo injusto e insolidario (claro, para eso la primacía del principio del egoísmo es casi la única permanencia del liberalismo original).
 Sólo nos queda la esperanza de que, al menos, esa nueva especie de seres posthumanos no se pueda cruzar con la humana. Así quizás algún día se les pueda detener.
Nacho Fernández del Castro, 29 de Julio de 2012

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