«PARÁBOLA
Ciertos pescadores sacaron del fondo una botella.
Había en la botella un papel, y en el papel estas palabras:
"¡Socorro!, estoy aquí. El océano me arrojó a una isla desierta.
Estoy en la orilla y espero ayuda. ¡Dense prisa. Estoy aquí!"
-No tiene fecha. Seguramente es ya demasiado tarde.
La botella pudo haber flotado mucho tiempo, dijo el pescador primero.
-Y el lugar no está indicado. Ni siquiera se sabe en qué océano,
dijo el pescador segundo.
-Ni demasiado tarde ni demasiado lejos. La isla "Aquí" está en todos lados,
dijo el pescador tercero.
El ambiente se volvió incómodo, cayó el silencio.
Las verdades generales tienen ese problema.»
Ciertos pescadores sacaron del fondo una botella.
Había en la botella un papel, y en el papel estas palabras:
"¡Socorro!, estoy aquí. El océano me arrojó a una isla desierta.
Estoy en la orilla y espero ayuda. ¡Dense prisa. Estoy aquí!"
-No tiene fecha. Seguramente es ya demasiado tarde.
La botella pudo haber flotado mucho tiempo, dijo el pescador primero.
-Y el lugar no está indicado. Ni siquiera se sabe en qué océano,
dijo el pescador segundo.
-Ni demasiado tarde ni demasiado lejos. La isla "Aquí" está en todos lados,
dijo el pescador tercero.
El ambiente se volvió incómodo, cayó el silencio.
Las verdades generales tienen ese problema.»
(Wisława SZYMBORSKA; Prowent,
actual Kórnik, Polonia, 2 de julio de 1923 - Cracovia, 1 de febrero de 2012. “Parábola” en Sól –Sal-, 1962.)
Y
hay quien, ante tanta confusión temporal,
se encoge de hombros señalándonos como seres de tiempos muertos, con ideales
marchitos y formas de lucha
periclitadas.
Otras
buenas gentes, ante tanto desconcierto
espacial, señalan, con gesto contrito, que no somos conscientes del
nuevo mundo en el que vivimos, que muchos seres humanos están mucho peor y que “es lo que hay”.
Pero
todos, en el fondo (y hasta en la superficie, si me apuran), sabemos que para
la resistencia al oprobio globalizado siempre es el tiempo, que para la
disidencia ante la mentira oficial siempre es la ocasión, que la rebeldía contra la injusticia siempre es una
necesidad vigente (y urgente)... Cada cual sabe que el “mundo nuevo” habrá de
ser de y para todos los seres humanos o no será, o que sin una apuesta radical
(y colectiva) por “lo que debiera haber”
la simple aceptación de “lo que hay”
es mezquina sumisión ante la ley del más
fuerte.
El
“aquí” de la opresión que nos
convierte en náufragos de un mundo hostil,
en la era global, está en todas
partes... Y por eso es hora de mirar para otro lado y ponernos a cambiar, codo
con codo (colectivamente y con vocación de universalidad) las condiciones de
esta sinrazón que nos aísla.
Nacho Fernández del Castro, 9 de Julio de 2012
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