«Y recuerdo
que mientras subía la escalera oí la voz del sepulturero junto a la puerta que
me decía:
-Todo el mundo piensa en lo que puede haber bajo tierra, pero allí no hay nada.
-Entonces ¿dónde hay algo? –le pregunté.
-Alrededor, mirando alrededor. Ahí es donde se ven las cosas más hermosas.»
(Ermanno
CAVAZZONI; Reggio nell'Emilia, Emilia-Romaña, Italia, 1947. El inspector Savini en
Il poema dei lunatici –El poema de los
lunáticos-, 1987.)
El
dolor, eso es lo que nos debe
preocupar... Y también, claro está, el placer.
Maximizar éste, minimizar aquel.
O
sea, que bajo la tierra de los cementerios o en los hornos crematorios no hay
secreto alguno que deba ser develado... Sólo gusanos y cenizas.
Todo lo que merece la pena
conocer, por hermoso u horrible, está a nuestro alrededor... Ahí están las verdaderas fuentes de nuestros dolores y placeres,
lo que, en suma, debe ocuparnos y preocuparnos.
Hay
que procurar fomentar las situaciones
y emociones, frecuentar los paisajes y paisanajes capaces de regalarnos placer... Y, acaso aún con más empeño, hay que evitar los estados y altercados, huir de los rincones
y bribones capaces de imponernos dolor.
Nacho Fernández del Castro, 21 de Julio de 2012
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