jueves, 12 de julio de 2012

Pensamiento del Día, 12-7-2012


«Veremos que, lejos de ser algo marginal, la Nada no está nunca lejos de las tramas centrales en la historia de las ideas. En todos los campos que exploremos encontraremos que hay una cuestión medular que implica una correcta concepción de la Nada y una representación adecuada de ella
 
 (John David BARROW; Londres, Reino Unido, 29 de noviembre de 1952. The book of nothing 
-El libro de la Nada-, 2000 -2002 para la edición en castellano-.)
Aquí y ahora, en estos tiempos de mineros que ven negado su derecho al trabajo (no sin antes aporrearlos un poco) y banqueros que deben ser salvados (no sin dejarles gozar, de paso, de algunas espléndidas primas, que, para ellos, no significan riesgo alguno), de profesorado y personal sanitario que debe ser despedido (bajo el eufemismo de la “no renovación de contratos”) y constante expansión de una casta política profesionalizada (mediante despachos y/o corruptelas), de personas dependientes abandonados a su (mala) suerte y privatizaciones (más o menos encubiertas) para convertir todo servicio público económicamente rentable en (lucrativo) negocio... En estos tiempos, digo, en los que se golpea y encarcela a las personas que defienden su pan o su vivienda (con la desesperación lógica de quien nada tiene y muy poco espera) mientras los corruptos y los grandes evasores de impuestos campean a sus anchas (frecuentando los más selectos y nobles salones), todo parece conjurarse para la última y radical representación de la Nada.
Salvo los conjurados neoliberales que sirven de voceros a los intereses del gran capital transnacional, ya todo el mundo lo dice, incluidos los economistas recientemente distinguidos por la Academia Sueca, como Amartya Kunar Sen, Joseph Stiglitz o Paul Krugman (que suponemos no serán peligrosos radicales ni perroflautas desinformados): la apuesta exclusivamente centrada en el ajuste estructural (léase recortes) conduce directamente (como ya se comprobó en la Latinoamérica de los años setenta o en el África de los noventa) a lo más parecido al punto cero de la economía, sin sector público, sin consumo y sin empleo. O sea, esas políticas restrictivas  suponen la destrucción traumática del orden económico preexistente (capitalismo regulado) para dar lugar a otro nuevo (¿neoesclavismo?), tal y como auguraba Naomi Klein en su Doctrina del Shock.
¿Qué enfermedad mental tenemos quienes padecemos y pagamos la dichosa crisis para tener que padecer, por añadidura, este “choque curativo”?... ¡Ah!, sí: ese tipo de neurosis experimental que deriva en sumisión aprendida. Pero, al menos, ¡que no intenten “curarnos” quienes nos la han inducido!: una vez más, como hace más de un siglo, los mineros, con su lucha solidaria y colectiva (tan real como simbólica), están señalando la única verdadera terapia para resistir la “tentación de la Nada”.
Nacho Fernández del Castro, 12 de Julio de 2012

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