miércoles, 25 de julio de 2012

Pensamiento del Día, 25-7-2012


«Así, el horizonte moral de la dignidad humana marca las bases en la ética pública para construir en condiciones de igualdad cauces sociales que permitan alcanzar a cada uno su propia dignidad. Es el camino de nuestro desarrollo que va de la dignidad como proyecto a la dignidad como realización moral. A lo largo de la historia moderna nuestros valores han expresado los cauces sociales para el progreso de la dignidad como ética pública. Son la libertad, la igualdad, la solidaridad y la seguridad.»
 
(Gregorio PECES-BARBA MARTÍNEZ; Madrid, 13 de enero de 1938 - Oviedo, 24 de julio de 2012.  
Artículo “De la miseria del hombre a la dignidad humana” en  
Anales de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, 84, 2007.)
A veces, por encima de algunas vacuidades idealistas más propias de la buena voluntad que de las buenas razones, se configura la dignidad públicamente reconocible de un ser humano... Dignidad evidente en la capacidad de diálogo con quien discrepa, en el ánimo constructivo para levantar una sociedad tolerante, en el aliento autocrítico.
Dignidad que busca la renovación de los viejos ideales republicanos de la libertad, la igualdad y la fraternidad como horizonte moral o condición de posibilidad de una vida digna en el aquí y el ahora, aunque para ello se ceda a la “tentación hobbesiana” de situar la seguridad a su mismo nivel, aunque para ello se renuncie al análisis del origen material y los usos ideológicos e instrumentales de dichos ideales, aunque para ello se sobrevuele con frecuencia la inmoralidad de la situación inmediata.
Pero la dignidad personal, más allá del estiramiento y la apariencia, puede resultar, pese a todo, evidente... Ese era el caso de Gregorio Peces-Barba. Y su ejemplo de dignidad personal ya no está entre nosotros.
Cuando más falta nos hacen esos ejemplos.
Nacho Fernández del Castro, 25 de Julio de 2012

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