«El verano de 1932
fue probablemente el punto más bajo de la depresión. Todo era muy sencillo: nadie
tenía dinero. El que sería el último gobierno republicano en el curso de dos décadas
estaba a punto de recibir el finiquito, sin ideas, y para nosotros como si
dijéramos en el cubo de la basura, falto incluso de la retórica de la
esperanza. Los recuerdos que tengo de aquel año (...) me configuraban una
ciudad fantasma que poco a poco se iba cubriendo de polvo, manzana tras
manzana, cada vez con más rótulos de SE
TRASPASA en sucios escaparates de tiendas y talleres abiertos muchos años
antes y en la actualidad cerrados. Fue también el año de las colas en las
panaderías, de hombres sanos y robustos que formaban en batallones de seis y
ocho en fondo a lo largo del muro de algún almacén, en espera de que este o
aquel organismo municipal improvisado, o el Ejército de Salvación o cualquier
iglesia, les diese un tazón de caldo o un panecillo.»
(Arthur Asher MILLER; Nueva York, Estados Unidos, 17 de octubre de 1915 -
Roxbury,
Connecticut, 10 de febrero de 2005. Timebends
–Vueltas al tiempo-, 1987.)
Sí,
sabemos que la situación no es nueva ni, probablemente, la peor de la historia...
Pero, ¿qué quieren?, es la depresión que
nos ha tocado y, aunque no sea la Gran
Depresión, nos duele muy especialmente... Una depresión adobada, además, por un
inequívoco aumento de la represión por
parte de unos gobiernos que, ejerciendo de testaferros
de los poderosos, tratan de defender casi desesperadamente los intereses de sus amos... Unos gobiernos sin ideas ni capacidad de maniobra, seguidores sumisos de los
poderes que los sitúan ante el abismo a la vez que contribuyen al constante
aumento de la percepción popular de la casta
política como uno de los principales problemas... Unos gobiernos que
no
dudan en situarse ante su propio finiquito convencidos de la imposibilidad de
un verdadero recambio, de una alternativa auténtica.
Unos
gobiernos, en fin, que ya han renunciado hasta a su tradicional y falaz retórica de la esperanza.
Nacho Fernández del Castro, 6 de Julio de 2012
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