«Soplaba el saxofón para los amigos y, mientras
tanto, pensaba en la felicidad.»
(Manuel VICENT;
Vilavella, Castellón, España, 10 de marzo de 1936. , 1987
–Premio Nadal 1986-.)
Aquí y ahora la vida tiene mal arreglo... La inmensa mayoría de la gente malvive
entre la precariedad y el abismo. Quienes tenemos un poco más de
fortuna nos vemos acechados por el miedo
a perderla, a que alguien destroce definitivamente nuestro menguado bienestar. Sólo unos pocos, los ganadores de todos los tiempos y situaciones,
siguen sacando tajada del momento y riéndose de este estado de malestar.
Por
eso lo mejor (lo único) es fomentar las buenas
relaciones entre iguales, el libre
intercambio de saberes, ingenios y talentos, para crear un nuevo entramado solidario en lo cercano, más
allá del poder de los mercados
(incluido el de la “solidaridad comercial y oficial”)... Sólo desde él se podrá
renovar el aliento de lucha colectiva frente
al oprobio globalizado minimizando instrumentalizaciones
torticeras. Y, de paso, intentar, lejos de privatizaciones
y espectáculos, intuir la felicidad posible.
Nacho Fernández del Castro, 30 de Julio de 2012
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